martes, 22 de marzo de 2022

 Cita en el San Roque

He terminado de leer la novela titulada “Cita en el San Roque”, del autor Mario Halley Mora. Es un autor paraguayo. Su novela empieza narrando sobre un joven que tiene problemas económicos, su madre ha muerto y él va al bar San Roque. Allí, ve una señorita que parece intelectual. Piensa que puede ser escritora y decide ofrecerle sus servicios como escritor. Y ella busca un lapicero, él tenía un lapicero Parker. Se lo presta, ella lo usa y al devolvérselo, conversa con él. Le dice que parece una persona de cultura, pero venido a menos. El le cuenta no consigue trabajo por no saber inglés ni computación. Le dice que ha empezado a ser escritor. Ella le dice que lo puede contratar para que él le busque historias reales de la gente pobre que vive en los bajos, al costado del río. Hay casuchas de madera con cartón, allí, viven muchas personas, hay historias que contar, y él puede bajar a esa zona y averiguar historias. Le pide averigüe y le pase un informe a ella, de hechos ocurridos allí. Varias historias. Le va a pagar bien, le dice. Entonces él acepta. Ella se va en un auto nuevo y caro. El se va caminando por la calle y piensa en los hechos. Decide ir al hospital cercano, tal vez allí encuentra una historia. Ingresa por Emergencias y encuentra una mujer blanca, pecosa, gruesa, que le han enyesado una pierna, y la ayudan a salir a la calle. El se ofrece a llevarla en un taxi a su casa. Ella, desconfía de él. Piensa es un violador. Pero, como necesita ayuda para andar por su pierna rota, acepta su ayuda y él le consigue un taxi y le acompaña a su casa. Llegan, y bajan a los bajos. Llegan a una casa pobre donde ingresan y están sus tres hijos. El joven Manuel paga el taxi. La accidentada es vendedora de loterías. Llegan unas vecinas para ayudar y luego que ya está instalada en su cama la accidentada, Manuel pide hablar a solas con ella. Entonces, cuando están a solas, le pide que le cuente historias de esa zona. Ella le empieza a contar de sus vecinos. Y son historias de lo más increíbles. Una vecina les había traído pollo preparado y eso comieron. Luego, él se va. Ella se llama Magdalena. A la noche siguiente, Manuel regresa a su casa con alimentos. Le explica de su trato con la señorita escritora y que necesita historias verídicas de esa zona marginal. Magdalena saca un papel y lápiz y le va dictando historias que conoce de esa zona, historias reales. El escribe y va aprendiendo cómo viven por allí. Magdalena le cuenta su vida también. Tuvo dos hombres en su vida. El primero le hizo un hijo, el segundo dos. Encontró luego a una señorita que la contrató como ayudante en su casa, pero le agarró cariño a ella y a sus hijos. La presentó a una señora viejita, doña Petrona, que ella, como enfermera, cuidaba en su casa. La viejita les coge cariño a ambas. Le gustan los niños de Magdalena. Les regaló objetos valiosos a ambas. Luego de un tiempo más, falleció. Entonces, la enfermera le dijo a Magdalena que podía irse a vivir con ella a la Argentina, pero Magdalena no quiso. Prefirió quedarse en Paraguay. Se mudó a los Bajos, y se construyó esa casita. Al lunes siguiente, Manuel va al bar San Roque y se encuentra con la escritora que le pide las historias que tenga. El le entrega una hoja con una síntesis de las historias que ha recogido. Solo historias reales. La escritora le pide más realismo en esas historias. Conversan durante un buen rato sobre lo que ha escrito, si son verdades o mentiras. Luego, ella saca un cheque y le extiende una suma enorme en él, y se lo entrega por sus servicios. Se va. El se empieza a retirar, cuando ve a un mesero que lo observa detenidamente. Se acerca donde él y le pregunta si le quiere preguntar algo. Este le dice que tenga cuidado con el Lecayá. Al día siguiente, Manuel va donde Magdalena para que le cuente más historias y ella, le sigue contando. Luego, él le cuenta que anoche, el mesero le recomendó tener cuidado con el Lecayá. Magdalena le da una pistola para que se cuide, que ella tenía guardada. El se va a buscar al mesero de anoche, para preguntarle por el Lecayá, pero le dicen no ha ido a trabajar ese día. Así que consigue su dirección y va para su casa. Lo encuentra y éste le dice que esa escritora es la mujer del Lecayá. Que tenga cuidado. El lunes siguiente, Manuel va al bar San Roque y le entrega sus escritos a la escritora. Ella conversa con él, casi discuten. Luego, ella le dice que se vayan a otro lugar. Lo lleva a un hotel y le pide que se desnude. Ella se mete al baño, sale y hacen el amor. Pero ella lo hace con furia. Había recibido una llamada por el celular y se había desquitado del Lecayá con él. Lo bota. El se va y se siente mal. Se siente utilizado. Luego, al día siguiente en la calle, dos hombres, un cacique y un calvo lo llevan a la fuerza al bar San Roque y lo interrogan, le quitan sus documentos, y lo llevan en un auto donde el Lecayá. Cuando Manuel lo conoce descubre que el Lecayá es un conocido político ya viejo. Este le dice que la escritora es su amante. Que él le deja que escriba. Le pide que lo tenga informado si ella le dice algo importante o trata de engañarlo con alguien. Manuel le dice que así lo hará. El lunes siguiente va con más información donde la escritora al bar San Roque. Allí, le cuenta su encuentro con el Lecayá, y lo que le ha encomendado. Ella se preocupa. Se va. Vienen el cacique y el calvo. Lo interrogan a Manuel. Lo golpean algo y se van. Al poco tiempo, aparece en las noticias que esa escritora que lo contrataba ha aparecido muerta, asesinada junto con un francés desconocido. De la casa de Manuel había desaparecido la pistola que le dio Magdalena. La policía lo busca como sospechoso y encuentra en su casa de Manuel la pistola con dos balas menos, lo acusan y lo meten preso. Magdalena le contrata una buena abogada que logra lo pongan en libertad. Se siente atraída por él. Pero queda en misterio la muerte de la escritora y el francés. Bueno, para serles sincero, no me ha gustado tanto la novela. Pero en las historias que le cuenta Magdalena a Manuel hay buen material para escribir nuevas novelas. Pueden leerlas, porque son fuera de lo común. 




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