Circo Máximo
He terminado de leer
la magnífica novela titulada “Circo Máximo” del escritor español, Santiago
Posteguillo. Es el tomo 2 de su colección La Trilogía de Trajano. Es una novela
llena de intrigas, secretos, y las historias se entrelazan de unos personajes
con otros. Es febrero de 101 d.c. Menenio, patricio que ha perdido fuerza,
poder e influencia en Roma, le ruega al senador Plinio salve de las acusaciones
a su hija Menenia, sacerdotisa vestal. En tiempos del emperador Domiciano fue
nombrada sacerdotisa vestal teniendo 9 años. Era gran amiga de infancia de
Celer, hijo de un liberto. Este joven era ahora áuriga, corredor en las
carreras de caballos del Circo Máximo y ganador en varias de ellas. Se
rumoreaba que Menenia había roto su voto de castidad con su amigo. Era un
rumor, pero hacía un tiempo acusaron a otra sacerdotisa vestal y la enterraron
viva. Menenio dice pueden acusarle con testigos comprados. Plinio le promete
defenderla si la acusan. Menenio agradece y se va. Trajano llama y conversa con
el arquitecto Apolodoro de Damasco. Le pide construya un puente sobre el río
Danubio, por la zona de Moesia Superior. Apolodoro sabe que es un trabajo muy
difícil, en un río muy bravo, pero acepta. Luego se va. Viene entonces un
anciano, Dión Coceyo de Prusa. Era un filósofo griego. En tiempos de Domiciano
fue desterrado por criticarlo. Nerva lo perdonó y el anciano regresó a Roma.
Dión advierte a Trajano que su persecución de los corruptos le traerá
problemas, especialmente porque ha ordenado que devuelvan el dinero robado. Los
que más dinero pierdan, lo odiarán más. Luego se va. Trajano trata de recordar
quién devolvió más dinero pero no recuerda. En marzo de 101 d.c., el senador
desterrado, Mario Prisco, estaba en Moesia Inferior. Era corrupto. Había
recibido dinero por juzgar y matar inocentes. Trajano lo obligó a devolver
setecientos mil sestercios. Tiene un plan para recuperar una parte de su dinero
y vengarse de Trajano. En eso piensa. Celer, el victorioso corredor de los
Rojos, inspeccionaba sus caballos. Les hablaba a sus caballos motivándolos.
Vino un hombre hacia ellos. Era Acúleo, el nuevo auriga de los azules. “Tú
debes ser Celer” le dice. “Sí”, le contestó Celer. “Eres hombre muerto” le
dice. “Eso habrá que verlo en la arena del Circo Máximo” le contesta Celer.
Acúleo se fue. En el reino de Dacia, al norte del Danubio, Dochia, hermana del
rey Decébalo, conversó con Diegis. Este le explicó que sentía pasión por ella.
Le contó que hacía tres años los romanos no les daban oro y él viajaría a Roma
a conversar con el nuevo emperador; y ofrecerle la paz si seguían entregando
oro a los dacios. Luego se despiden. Trajano habla con su amigo Longino, que le
falta un brazo, y con Lucio Quieto. Les dice atacarán a los dacios. Ya hace
tres años ordenó no pagar el oro a los dacios. Los romanos atacarán primero.
Todo esto conversan mientras caminan por el pasadizo subterráneo que une el
palacio imperial y el Circo Máximo. Menenia conversa con la Vestal Máxima,
Tullia. Le pide no asistir a las carreras del Circo Máximo, pero la Vestal
Máxima le dice que no deben tener miedo. Deben ir, y entonces Menenia acepta y
decide asistir. Trajano y su familia emergen en el palco imperial. Saludan al
senador Sura, que ayuda financiando las carreras. Roma tiene deudas desde la
gestión de Domiciano. Trajano habla con su jefe de seguridad, Sexto Suburano.
Este le explica ha despedido a los oficiales leales a los antiguos jefes
pretorianos, Norbano y Casperio. Todos los nuevos guardias han sido
seleccionados de entre veteranos de las legiones del Rin. Con ellos estarán
seguros el César y su familia. Trajano le agradece su trabajo y le dice pronto
podrá retirarse a descansar. Luego, Trajano habla con su esposa de la lealtad
de Suburano. Trajano le dice que lo hará senador y luego cónsul. Pero aún no ha
pensado quién sustituirá a Suburano. Mientras tanto, los aurigas hacen el
sorteo de la pista que recorrerán. A Acúleo le toca mejor posición, sospecha
Celer ha sobornado al juez. Trajano le cuenta a su esposa Plotina que el
senador Sura le ha recomendado a Claudio Liviano como sustituto de Suburano al
mando de la guardia pretoriana. El senador Sura agita un pañuelo blanco, mira
Trajano que asiente, y lo deja caer. Empieza la carrera. Celer lucha por
avanzar pero un choque entre verdes y blancos delante de él le hace perder
tiempo. Va en séptimo lugar. Menenia lo mira contenta. El juez de línea estaba
contento por todo el dinero que le habían pagado los azules esa mañana.
Apolodoro de Damasco
llega a la frontera con los dacios, en Moesia Superior. Conversa allí con
Tercio Juliano, legatus de la legión VII Claudia. Le muestra un salvoconducto
imperial. Juliano le da permiso de inspeccionar las riberas del río Danubio.
Apolodoro no le dice sobre el puente. En el Circo Máximo, Celer logra adelantar
a un competidor y está sexto en la carrera.
Al mismo tiempo, en la
Biblioteca del Porticus Octaviae, Cayo Suetonio Tranquilo revisa todo porque
Trajano lo había nombrado Procurator Bibliothecae augusti. Visitaba todas las
bibliotecas de Roma y evaluaba las carencias o exceso de material en ellas. Se
requerían más bibliotecas. En esta biblioteca, sus empleados encuentran un
cofre cerrado. Hacen saltar la chapa metálica y manda que se retiren y lo dejen
solo con el cofre en una oficina.
En el Circo Máximo,
Celer supera a un blanco y está en quinto puesto.
Al mismo tiempo, entre
los sármatas, Marcio y Alana se habían casado y tenían una hijita, Tamura. Se
dedicaban a la agricultura. Cuando recién llegaron a esas tierras, Alana le
había hablado que era un buen luchador. A prueba, le hicieron pelear con un
guerrero sármata y Marcio le ganó. Lo respetaron mucho desde entonces. No lo
mató solo le rompió la nariz y lo golpeó. Marcio y Alana se enteraron que iba a
haber guerra contra los romanos. Marcio quería que se fuesen más hacia el norte
donde había más paz, pero ella le dice su pueblo vive combatiendo.
En el Circo Máximo,
Celer sobrepasa a un azul y está cuarto en la carrera. En ese momento Suburano
se acerca a Trajano y le dice: “La acusación es formal, augusto. El senador
Pompeyo Colega ha acusado formalmente a la vestal Menenia de cometer crimen
incesti con Celer. Asegura tener varios testigos”.
Al mismo tiempo, Cayo
Suetonio Tranquilo en la biblioteca abre el cofre y vacia varios rollos de
papiro. Hay poemas pero luego descubre cartas sobre estrategia, legiones y
movimiento de tropas.
En la isla de Patmos,
mar Egeo, liberan al cristiano Juan. Tenía unos escritos. Otros cristianos se
lo llevan y lo guían. Vino de muy arriba la orden de soltarlo.
En el Circo Máximo,
Celer ve cómo se destruyen los carros 2 y 3. Entonces queda segundo por el
momento, detrás de Acúleo.
En Moesia Superior,
Tercio Juliano recibe a Diegis. Este quiere hablar con el emperador romano.
Juliano le dice irá solo a Roma.
En el Circo Máximo,
Celer acelera sus caballos pero nota que deberán pasar en la última vuelta
sobre los caballos tirados del verde y blanco. Decide cortar las riendas y se
lanza a la arena. Rueda y se salva de ser atropellado por los carros de atrás.
Sus caballos siguen corriendo más ligeros y ganan la carrera. Gana Celer y los
rojos. Al día siguiente, Suburano arresta a Celer. Trajano pide al senador
Plinio defienda bien a Menenia.
En Moesia Superior,
Apolodoro con su gente miden la profundidad del río Danubio que encuentran es
de 149 pies. Entonces Apolodoro hace cálculos de cómo construirá el puente.
En abril, Plinio conversa
con Atellus, un exratero que investiga y vende información a clientes selectos.
Plinio le dice se trata del caso de la vestal Menenia. Atellus le pregunta si
quiere pruebas de su inocencia. Plino le dice que no. Aunque sea inocente la
pueden matar. Quiere que Atellus averigue información sobre el acusador, el
senador Pompeyo Colega, un ex cónsul de tiempos de Domiciano. Quiere saberlo
todo sobre él. Con quién sale, a quién ve en su casa, quiénes son sus amigos,
qué costumbres tiene, a qué termas acude, a que prostíbulos, etc. Tiene que
atacarlo en el juicio. Se pregunta, ¿Por qué un viejo senador quiere formular
una acusación falsa contra una vestal noble? Luego, le entrega una bolsa llena
de sestercios. Atellus la coge y se con sus cinco guardaespaldas germanos que
lo protegen por los antros de Roma. Les reparte el dinero. El se quedará con la
mayor parte del segundo pago.
En el palco imperial,
Trajano le dice a su amigo Longino le ha encontrado una posible esposa. Longino
acepta. Se va Longino. Y le avisan a Trajano quiere hablar con él el
bibliotecario Cayo Suetonio Tranquilo. Lo dejan entrar. Y le trae un cesto con
papiros de Julio César. A Trajano le brillan los ojos al leerlo. Le dice se
queda con el cesto. Sale y ordena nadie ingrese a su cámara imperial.
Llega un mensajero
romano herido, a caballo, a Moesia Superior. Tercio Juliano lo recibe en el
hospital de las legiones. Le habían hecho cortes en el cuello, pecho y vientre.
A Tercio le da una copia del mensaje. Está cifrado. Muere el mensajero.
Mientras, los dacios habían robado el mensaje pero no saben cómo descifrarlo
porque está cifrado. Mientras tanto, Tercio Juliano tenía el código de
encriptado. El mensaje descifrado era: “Preparar todo en Vinimacium para de
seis a nueve legiones el mes de junio”.
En el barrio de la
Subura, Acúleo sale borracho de una taberna y era seguido por sus dos
guardaespaldas. De pronto escuchó dos golpes secos y se volvió, entonces
recibió un puñetazo en el bajo vientre que le cortó la respiración. Vio que sus
guardaespaldas estaban en el suelo con la cabeza abierta. Eran una docena de
hombres armados. “Eres un imbécil, Acúleo. ¡Por Marte! ¿Sabes la cantidad de
dinero que nos has hecho perder a todos?” Acúleo les dice vayan a su casa,
tiene dinero para pagarles. Ellos le dicen tenían a todos los jueces comprados
y se deja ganar la carrera por Celer. De pronto, un hombre vestido con toga
senatorial y con una gran nariz dice: “El asunto de Celer aún no ha terminado.
Ese imbécil aún puede sernos útil.”
Diegis llega al palacio
imperial y conversa con Trajano. Varias personas escuchan. Dice si Roma no paga
el oro, los dacios atacarán a Roma. Trajano le dice si es una amenaza o no. “Es
un aviso” dice Diegis. Entonces Trajano le da otro aviso: “Ningún dacio que
cruce el Danubio una sola vez más volverá vivo a su patria”. “Es un aviso de
amigo” le dice. Diegis se va.
Plinio va a la casa de
las vestales y le pregunta a Menenia si hay algo que pueda afectarle en el
juicio. Ella le dice que una noche en la litera con esclavos y pretorianos, una
noche de enero de ese año. Era abril. Entonces en enero otra litera impedía que pasara la
litera de Menenia. Estaba custodiada por pretorianos por lo que debía ser
alguien importante. Era un hombre y consiguió verlo. Le cuenta el nombre pero
no lo menciona la narración de la novela. Plinio le aconseja no lo cuente a
nadie.
Al norte de Moesia
Inferior había una torre de vigilancia romana. Los sármatas le prenden fuego,
son Marcio y Akkás, el sármata con el que peleó. Se han hecho grandes amigos.
Mueren quemados los romanos. Un cristiano Ignacio viaja de Antioquía a Efeso
para ver al profeta Juan. Ignacio de niño recibió la bendición de Jesús. Y
ahora que Juan estaba por morir, tenían que salvar su religión. Viaja a Efeso.
En mayo, se reúnen en
el palacio imperial Trajano y su gente de confianza. Frontino, que administra
los acueductos de Roma, explica se requiere la construcción de un nuevo
acueducto que alimente a la zona de la Subura. Pero esto requiere gran
inversión y hay poco dinero. El senador Sura dice que aumentar los impuestos
puede ser la solución. Pero Trajano no quiere subir los impuestos porque teme
el pueblo compre menos y se recaude menos. Puede generarse descontento popular.
En ese momento llega un mensajero de Moesia. Comunica que el gobernador Tercio
Juliano informa de los ataques de los dacios a torres de vigilancia romanas.
Trajano ordena se reconstruyan las torres de vigilancia y acumulen paja.
Trajano dice pueden obtener dinero si ganan la guerra.
Más tarde, Trajano
encapuchado habla con Menenia. Le dice la juzgará a su regreso de la guerra. Le
da un papiro para que ella lo guarde. Da orden que cuiden a Celer.
En el poblado sármata,
Alana enseña a su hijita Tamura a manejar el arco. Marcio le dice es muy
pequeña. La niña le dispara una flecha a su papá en la pierna. Le hace una
herida y le duele. Alana la lleva a practicar a otro lugar.
Plinio va al
campamento de Trajano y habla con él. Le quiere contar el secreto de Menenia,
pero no le cuenta. Le dice ha estudiado los rasgos físicos de Menenia, muy
hermosa y no se parece en nada a sus padres. Debe ser hija de otras personas.
Tal vez allí está el problema y por eso la quieren destruir. Trajano le dice el
juicio será al regresar de la guerra. Y Plinio regresa a Roma.
Trajano llega a la
Dacia y se reúne con su gente para planear el ataque en Tapae. Sura recomienda
esperar al ejército de Tercio Juliano, pero Trajano le dice pueden empezar el
ataque ahora y cuando llegue Tercio los ataque por otro lado, tratando de
rodear a los dacios.
Apolodoro busca,
encuentra y conversa con Trajano. Le dice el lugar más idóneo para construir el
puente es una población Drobata. Trajano le pregunta cuánto tiempo y cuántos
hombres. “Diez años y veinte mil hombres, César” le contesta. Trajano le pide
reduzca el tiempo, están en guerra. Se conforme con 900 hombres por ahora.
Luego de la guerra le dará más hombres.
Empieza la lucha entre
romanos y dacios. Ambos son buenos ejércitos. Mientras tanto, Tercio Juliano le
avisan debe cruzar los montes Semenic y allí están escondidos varios enemigos
sármatas. Si logran vencerlos, podrán luchar contra los dacios. El monte estaba
lleno de sármatas. Tercio da orden de avanzar.
En otro lugar,
Apolodoro estudia sus planos. Había reducido a 40 el número de pilares de
piedra a levantar para el puente. Luego estuvo pensando. Menos pilares exigían
menos peso. Dibujó un nuevo boceto en otro papiro. Se puede hacer con
diecinueve pilares en la mitad del tiempo, se dijo.
En el valle de Tapae,
romanos luchan contra dacios, sármatas y roxolanos, que se han unido estos tres
reinos contra los romanos. Tienen bajas, pero los dacios y sármatas se retiran.
Trajano se da cuenta que este es el momento de perseguirlos, los dacios y
sármatas no han tenido muchas bajas, en días siguientes pueden vencerlos por
ser más numerosos. Pero empieza a llover y los romanos se llenan de barro.
En el pueblo de Myra,
Ignacio conversa con un comerciante de murex, material conque tiñen de rojo en
todo el Imperio romano. El comerciante le habla a un panadero que les dé posada
esa noche. Comen y se acuestan, el panadero les dijo debía calentar su horno
pero se va. Se van a dormir a la paja, pero Ignacio sospecha. Se fugan con el
comerciante a la calle y ven de lejos ir a legionarios a su casa del panadero.
Se van en sus caballos.
Decébalo y su gente
comen en su fortaleza Pietra Rosie. Dice deben continuar la guerra y va
haciendo planes. Su hermana Dochia le sugiere negociar la paz. El no hace caso.
Mientras tanto,
Apolodoro le dice al militar que lo ayuda que necesita madera de árboles de
aliso porque resisten el agua como ninguna otra madera. Van juntos al río y le
muestra los árboles de aliso. También le dice, necesitarán una cantera de
piedras.
Luego de la batalla,
Trajano habla con su gente de confianza. Felicita a Tercio Juliano y le dice la
premiarán. Hay muchos heridos, varios mal vendados. El médico Critón le dice
faltan vendas. Trajano le dice use tela de sus togas imperiales, toda la tela
que usan para decorar, sábanas y mantas. Que Critón use todo eso para hacer
vendas. Le muestran afuera un presente los soldados. Es una agrupación de
cabezas cortadas de sármatas y dacios caídos en combate. Trajano acepta el
regalo.
Cuatro meses después
de la batalla de Tapae, Plinio va a las termas y conversa con Menenio. Cerca se
oyen risas de la obra de teatro de Plauto, una comedia. Plino le dice a Menenio
que le diga quiénes son los verdaderos padres de Menenia. Menenio le cuenta que
con su esposa no podían tener niños. En tiempos de Domiciano, una noche tocaron
su puerta una joven mujer esclava y dos libertos fornidos y armados. La esclava
les mostró a la niña. Uno de los libertos dijo que quien la enviaba rogaba que
cuidaran de esa niña como si fuera su hija. Debían guardar el secreto. La
esposa de Menenio recibió a la niña en brazos y la criaron con su esposo. Ellos
le dijeron se llamará Menenia. Se fueron. Luego, Menenio y su esposa Cecilia se
fueron de Roma por dos años, a su villa en el sur. Al regresar dijeron habían
tenido una hija. Luego, Menenio le preguntó a Plinio, cómo sabía que no era su
hija. “No se parecen en nada”, dijo. Escucharon más risas de la comedia. El
Miles Gloriosus, de Plauto. Plinio le sigue preguntando qué más pasó. Menenio
le cuenta que a las semanas que trajeron a la niña, aparecieron muertos dos
hombres y una joven en el camino a Linternum. El fue a mirar los cadáveres y
vio eran los que le habían entregado a la niña. Luego, cuando Trajano fue
elegido emperador habló una vez con Menenio y le preguntó: “¿Sabe alguien algo
sobre la forma en que Menenia llegó a ti?” Menenio le dijo que nunca había
contado nada. “Bien. Así debe ser. Nadie debe saberlo”, dijo. Y no le volvió a
hablar del tema. “¿Qué edad tiene Menenia?” preguntó Plinio. “Diecinueve años”,
contestó Menenio. “¿Dónde estaba Trajano hace diecinueve años?” preguntó
Plinio. “Creo que en el Rin luchando contra los catos” dice Menenio. “Sí, yo
también creo que estaba allí y… no estaba aún casado con la emperatriz
Plotina”. Luego se separaron. Plinio piensa que Menenia podría ser hija de
alguien importante y sabía cosas que no debía saber. Y se queda pensando.
Entretanto, en los
dacios, Decébalo se despide de Vezinas que irá con el ejército dacio a luchar
contra los romanos y arrebatarles Moesia Inferior. En el camino se le unirán el
ejército sármata y el ejército de los roxolanos. Decébalo lo ve marchar y sabe
que si triunfa se hará insolente. Un veneno a tiempo en alguna cena en el
palacio real, eliminará a Vezinas. Si pierde, el problema será Trajano.
Apolodoro había
construido una ataguía. Eran dos rectángulos de madera, como dos cajas en el
río, una dentro de otra. Las bombas de agua sacarían el agua. En dichos
rectángulos construirían los pilares del puente. Le avisan han llegado los
expertos en trabajar la piedra, los metalarii. Estos le hacen una demostración
de su trabajo con piedras y con madera. Dicen harán un buen trabajo. De pronto,
llaman urgente al arquitecto Apolodoro. En la ataguía no funcionan las bombas
de agua, se llenan de barro. En los días siguientes, Apolodoro vela se alimente
bien a su personal y se obtenga más madera. A una torre de vigilancia de Moesia
Inferior llegan dos mensajeros a caballo. Uno muere. “Eran millares”, dice. El
otro dice: “Adamklissi” y muere. Había sido atravesado por una lanza. En la
torre miran por todo lado y todo parece en paz. Toman acción y mojan la paja
para que no se encienda. Mandan un mensajero a otras torres con letras de
fuego. Era un código de letras con fuego en lo alto de las torres, se comunicaban
peligro así de torre en torre. Envían la palabra “Adamklissi”. Luego, miran
humo que sale de la ciudad de Adamklissi. Los sármatas llegan al lugar donde
reside Prisco. Ingresan y Prisco les ofrece oro y joyas. Les dice debajo de qué
losa buscar y los sármatas hallan un cofre con miles de sestercios, y oro con
joyas. Le vuelven a preguntar y les muestra otra losa con otro cofre y más
joyas. Ya lo van a matar a Prisco cuando este dice: “Yo sé cómo matar al
emperador Trajano”. Llegan los dacios. El que los dirige Vezinas dice: “A este
lo llevaremos vivo”. Y se llevan vivo a Prisco.
Apolodoro les explica
a sus carpinteros cómo usarán el Tornillo de Arquímedes para sacar el agua de
las ataguías y así podrán rellenar con arcilla todo el hueco que quedara entre
los dos muros de pilotes de alisos. Luego, les explica cómo removerán con
grúas, los grandes sillares de piedras.
A Trajano y su gente
les llega el mensaje que los dacios y sármatas han destruido Adamklissi. Si
destruyen la provincia entera le harán problemas a Trajano en Roma. Trajano
decide dejar legiones asediando torres de los dacios e ir él mismo con tres
legiones a enfrentar a ese grupo de dacios. Pero dice les bastará dos días para
llegar. “Han atacado río abajo. Solo tenemos que dejarnos llevar por la
corriente del río”, dice Trajano.
Plinio conversa con
Atellus. Este le cuenta Pompeyo Colega se acuesta con putas. Plinio le dice: “A
Pompeyo lo mueven otras fuerzas.” “Se ve con dos senadores, Salvio Liberal y
Cacio Frontón”, le dice Atellus. “Hay algo que los une. Hay un hombre que
visita a los tres. Tiene una nariz larga y voz grave.”, añade. Plinio le da una
bolsa con dinero. “Un tercio es el pago por lo poco que me has dicho hoy. Usa
los otros dos tercios para comprar caballos y seguir a ese hombre.” “¿Y si sale
de Roma?” inquirió Atellus. Plinio le dice: “Lo sigues hasta el fin del mundo
si hace falta”.
Apolodoro es informado
que sus obras son paralizadas. Trajano va para allá y necesita alimentos y
suministros para tres legiones. Esa orden tiene prioridad. Luego, llegan
Trajano y su gente a Drobeta y ven los trabajos del puente. Al mismo tiempo
están llegando los barcos que los llevarán por el río Danubio. Hay carros con
provisiones en el lugar. Trajano había previsto todo.
Mientras tanto, Vezinas
planea arrasar Novae y luego Durostorum. Se llevarán todo el botín, piensa.
Pienza Vezinas hacerle una propuesta a Trajano: la paz a cambio de apoyarle en
deponer a Decébalo. Se casará con la bella Dochia y Decébalo será conducido
encadenado hacia el temido anfiteatro de Roma.
Trajano y sus hombres
desembarcaron y luego de doce horas
localizan a sus enemigos. Trajano ordena atacar a los dacios de noche. Y así lo
hacen. Pero entran en la lucha los sármatas. Después de un rato, trajano ordena
se retiren porque los sármatas luchan muy bien. Los dacios y sármatas jefes se
reúnen y dicen de día planearán qué hacer. Los romanos Trajano y su gente dice
de día los enfrentarán a los dacios, sármatas y roxolanos. Trajano se queda
solo y lee los papiros de Julio César. Allí había consejos para combatir a los
sármatas. Piensa a quién puede elegir como nuevo emperador que lo reemplace
cuando él se retire.
El profeta Juan muere,
pero le pide a Ignacio que lucha con palabras contra los docetas.
Los dacios se detienen de huir en Adamklissi, deciden luchar. Y allí luchan
contra los romanos los dacios, sármatas y roxolanos. El jefe de los roxolanos,
Sesagus, lo piensa. Los romanos le habían prometido oro y paz si se retiraba.
Luchan un rato y luego se retiran. Los dacios se molestan. Los romanos abren
pasillos entre sus caballos por donde entran carros de un jinete, dos caballos
y alguien que lanza jabalinas contra los sármatas. Mueren rápido 30 sármatas.
Siguen luchando. Los sármatas consiguen destruir doce carros romanos pero
veintiocho carros romanos quedan bien y se retiran para traer más jabalinas.
Esos carros, les llaman bigas, causan muchas bajas a los sármatas. Trajano ve
huir a Vezinas, el jefe de los dacios. Con ellos huye Prisco. Los sármatas al
verse abandonados, huyen también. Trajano da orden que entren las cohortes de
reserva, legionarios experimentados, y que persigan a los sármatas. “Será una
masacre” le dicen sus hombres a Trajano. Trajano ve una residencia grande
quemada. “¿Qué es esto?” pregunta. Liviano entra y encuentra papiros de Mario
Prisco. Adriano, el sobrino de Trajano, palidece al escuchar esto. Dos horas
más tarde, Trajano le pide las cartas de Prisco a Aulo, que las había guardado.
Este le dice los ha perdido. Dejó las cartas en su tienda en su mesa y
desaparecieron. Trajano le dice le parece extraño, lo deja ir.
En Sarmizegetusa
Regia, los romanos han entrado y matado a la mayor parte de dacios. Longino
encuentra a Dochia, la hermana de Decébalo. Dice no le harán daño. La llevará
con su esclava de ella donde Trajano. El decidirá qué hacer. Decébalo habla con
Diegis y con Vezinas. Diegis le dice los romanos tienen a Dochia. Luego Vezinas
pide hablar a solas con Decébalo. Entonces le cuenta al oído el plan de Mario
Prisco para matar a Trajano. Luego ingresa de nuevo Diegis. Decébalo dice que
acepta la derrota. Habrá paz entre la Dacia y Roma.
En octubre de 102
d.c., Plinio estaba nervioso. Le faltaba más información para defender a la
vestal en el juicio. Pensó en algo. Revisó en su libro papiro de su tío
titulado Naturalis Historia. Encontró las tablas de Hipparcus. Las fechas
coincidían. Era su único recurso esa información.
Trajano habla con
Longino. Le dice Decébalo ha aceptado la propuesta de paz pero no se fía de él.
Sospecha Decébalo está maquinando una venganza. Van a instalar un puesto
militar en Sarmizegetusa y lo pondrá como jefe a Longino. Le dice se comuniquen
con carta en mensaje cifrado. También le cuenta su problema. “Plotina se
acuesta con alguien. Estoy seguro”, le dice. Agrega que Plotina está cambiando.
Longino le cuenta no se lleva bien con su esposa Julia. Trajano le hace
prometer que si intuye traición de Decébalo, huya de la Dacia y regrese a Roma.
Longino está contento porque podrá estar cerca de la bella Dochia.
Tercio Juliano ha
recibido orden de Trajano de apoyar la construcción del puente. Le parece hay
mucho espacio entre los pilares. Se puede caer. Discute con Apolodoro, que le
muestra los planos y le asegura no se caerá. Queda intranquilo Tercio y también
Apolodoro.
En diciembre, en el
Patio de la Regia, en Roma, se va a llevar a cabo el juicio de la vestal
Menenia. Trajano habla en voz alta con el ajustador de clepsidras, que son los
relojes que marcan el tiempo que emplearán en hablar los acusadores y
defensores. Le dice: “Quiero que sepas, ajustador, que el tiempo aquí, en el
Colegio de Pontífices, es sagrado, y como tal igual para todos”. El ajustador
había recibido muchos sobornos para incrementar el tiempo de los acusadores.
Tras la advertencia del César, supo que tendría que devolver el dinero de todos
aquellos sobornos.
Dochia va a visitar a
Longino en Dacia. Le lleva un poema en dacio del poeta romano Ovidio. Al
parecer ambos se gustan. Ella le dice le enviará un poeta para que aprenda el
idioma dacio.
Empieza el juicio
contra la vestal Menenia. Pompeyo Colega acusa, llama dos senadores como
testigos que los vieron besándose en la calle. Y su tercer testigo es el auriga
Acúleo, de los azules, quien contó que Celer cuenta en voz alta que se acuesta
con la vestal Menenia a sus amigos en el Circo Máximo y que los vio una noche
juntos desnudos en la cuadriga de los rojos. Pompeyo pide pena de muerte para
la vestal Menenia.
Roma, once años antes
del juicio. Los pretorianos se llevan a la niña Menenia de su casa que era
amiga de Celer, al palacio de las vestales. Las hacen desnudar a las niñas para
saber si tienen marcas en el cuerpo. Luego viene Domiciano y selecciona dos
niñas, luego sigue mirando y se acerca a la niña y le dice: ¿Tú eres Menenia,
verdad? “Sí” contesta ella. “Tienes los mismos ojos de tu madre” le dice
Domiciano. Luego, al oído le dijo: “Vendré a por ti, pequeña, aunque tenga que
hacerlo desde el mismísimo reino de los muertos”. Y se alejó riendo.
Diciembre de 102 d.c.
En el juicio. ¡Muerte! repitió Pompeyo Colega gritando. Con ello terminó el
tiempo de la acusación y empezó la defensa. Plinio llamó a la Vestal Máxima
Tullia. Le preguntó si dejaba salir a las vestales solas. Ella dijo que por las
noches cierran la puerta del Atrium Vestae. Sus pesadas hojas hacen un enorme ruido al abrirse y despertarían a cualquiera
si se abrieran en medio de la noche. Además, Menenia siempre ha estado en el
Atrium Vestae por las noches. De día solo sale escoltada. Pompeyo Colega dice
es el testimonio de la vestal contra el testimonio de un senador. Plinio dice
el senador Cacio Frontón ordenó a unos libertos que vigilaran a Menenia. Es la
mentira de los libertos contra la palabra de la Vestal Máxima. Pompeyo Colega
dice hay el testimonio del senador Salvio Liberal que la vió. Plinio llamó a
uno de sus esclavos. Le pregunta si cuando se desplaza de noche usan varias
antorchas. Plino ya sabía por Atellus que Salvio era tacaño y se desplazaba con
una sola antorcha. “No, no es así. El amo siempre insiste en que sólo usemos
una antorcha para no malgastarlas. Son muy caras, senador”. Pompeyo dice la
palabra de un esclavo no está por encima de la palabra de un senador. Plinio
llamó al senador Salvio Liberal a declarar. Le pregunta si vio a la vestal
hablar con Celer. “El hombre me pareció ver era el auriga Celer”. Plinio dice
el senador había contado reconoció a la vestal por el broche en el hombro
derecho. “Sí, eso he dicho”, dijo Salvio Liberal. Plino dijo: “Todos sabemos
que las vestales son las únicas mujeres que se ajustan el broche de la polla en
el hombre izquierdo”. “Quizá me confundí de hombro” dice Liberal. “Quizá se
confundió de mujer” dice Plinio. “Es un cónsul que se contradice”, dice Plinio.
Al comienzo de la intervención de Plinio, llegó Atellus. y le brindó
información al oído. Luego, le preguntan a Plinio qué opina del testimonio del
auriga Acúleo. “Pasa que miente” dice Plinio. “Todos estos hombres honorables
quieren que pensemos en la vestal Menenia y en su posible crimen incesti. Todo
este juicio está pensado para condenar a otra persona. Resulta que los
senadores Pompeyo Colega, Salvio Liberal y Cacio Frontón se han erigido en los
principales patronos de la corporación de los azules, y los tres senadores no
hacen más que perder dinero en unas apuestas que siempre ganan los rojos
liderados por el auriga Celer, al que esperan hoy ver sentenciado a muerte. ¡Si
para ello han de matar a una vestal inocente, eso no les importa! ¿Cómo deben
de sentirse los dioses cuando ven se persigue de forma infame a una de las más
sagradas sacerdotisas de la ciudad? La última vez que se ejecutaron vestales
perdimos dos legiones, aniquiladas por completo, al norte del Danubio. ¿Cuántas
legiones más volverán a permitir los dioses que destruya el enemigo si volvemos
a repetir el mismo sacrilegio de ejecutar una vestal inocente? Una amistad
entre niños no es un delito contra los dioses y éstos nos lo harán ver esta
noche, con una luna ensangrentada sobre nuestras cabezas. Será un aviso. Luego,
si persistimos en perseguir a una vestal inocente, se desatará su ira”. Luego
dejó de hablar Plinio. Trajano dijo: “El juicio ha terminado. El tribunal
descansará el resto de la jornada y en quince días se reunirá bajo mi
presidencia para deliberar”.
Longino va al palacio
real de Sarmizegetusa para hablar con Decébalo. Los dacios han estado
construyendo muros de protección. Eso va contra lo pactado con Roma. En el
palacio se aparece Dochia y le dice le acompañe al jardín a conversar. Su
hermano ha ido al bosque de caza. El le cuenta su matrimonio fue por
conveniencia, le fue mal. Es feliz lejos de su esposa. Ella le pregunta por su
brazo corto. Ella le dice seguro se debió a un accidente de caza. “Así fue” le
dice él. Vienen guerreros y ella se va. Lo llevan donde Decébalo. Longino habla
con él y le dice sus muros son muy altos. Trajano no estará de acuerdo.
Decébalo le pregunta qué altura es suficiente para protegerse de los lobos.
“Seis pies (dos metros)” dice Longino. En ese momento entró Dochia y saludó.
Longino la miró a ella de manera especial. Cuando Longino se fue, Decébalo le
pregunta a su hermana si ha averiguado algo sobre él. “He averiguado el origen
de su herida del brazo derecho del legatus Longino”. Mario Prisco se paseaba
encapuchado por el palacio. Longino lo vio encapuchado y no lo reconoció.
A Trajano lo visita
Salinator, el viejo rex sacrorum de Roma. Le dice que la vestal Menenia es hija
de Domiciano. El césar debe condenarla a muerte. Trajano le dice también es
hija de Domicia Longina. Solo había una persona que sabía quién era el
verdadero padre de Menenia, pensó Trajano, pero había decidido guardar silencio
esta persona. Comen un banquete Trajano y su familia, el senador Sura, Dión
Coceyo. Entran músicos y bailarinas. Luego actúa el gran pantomino de Roma,
Pylades con otros jóvenes. Representan a los dioses del Olimpo. Terminan de
actuar. Se escucha ruido de metales y trompetas en la calle. Trajano dice
seguro empezó el eclipse. Dión Coceyo dice en el medio popular, creen que magos
y hechiceros quieren herir la luna. Creen que con ruido de metales y trompetas
se rompe el hechizo. Miran el eclipse que predijo Plinio. Mientras tanto
Menenio habla con Plinio en su casa y miran el eclipse. Plinio le dice Trajano
debe saber más secretos de Menenia y por eso ha aplazado en 15 días el fallo
del jurado. Pero está seguro será a favor de Menenia.
Pylades se había
acostado con Trajano, estaba desnudo. Conversan. Luego se viste y se va Pylades. Entra Aulo y le dice alguien no
asistió a las kalendae pasadas. “Has de averiguar si sigue viva” le dice
Trajano.
El día de la deliberación
en el Edificio de la Regia, Trajano habló y preguntó si el rex sacrorum y el
flamen dialis cumplían bien sus funciones. El flamen dialis explicó que junto a
su esposa cumplían la ley y hacían sacrificios. Luego, Trajano le preguntó al
rex sacrorum por qué su esposa no hacía sacrificios en dos meses. Trajano ya
sabía que su esposa había muerto y con ella muerta, perdía el cargo de rex
sacrorum. Fue a su casa para traer a su
esposa, y luego vino diciendo: Acaba de morir. Entonces Trajano le dijo que se
fuera porque era expulsado del cargo y su opinión no tenía valor. El flamen
dialis habla bien de Menenia y dice el auriga acusador debe ser asesinado por
mentir. La declaran inocente a Menenia.
En otro lugar de Roma,
Adriano recibe al hombre de la nariz larga y voz rota. El de la nariz larga le
dice hay una relación entre Prisco y Pompeyo Colega. Adriano quiere matar a
Menenia. Luego de hablar, el de la nariz larga se va.
Atellus va a buscar a
Plinio, no lo encuentra pero le deja un mensaje en un papiro. Se va a la calle.
Entra a una taberna donde cena y bebe vino. Al salir a la calle se sintió mal.
Vomitó. Luego cayó al piso. Vino el de la nariz larga con unos hombres que le
echaron vino encima. El de la nariz larga decía: “Un borracho más que muere junto
al Tíber. Ahora marchad y pagad al tabernero lo acordado.” Luego se marchó en
un caballo. Plinio llegó a su casa y puso en un cesto todos sus papiros cortos.
Los guardó.
En Drobeta, Apolodoro
ya ha construido 17 pilares. Sigue dando órdenes pero empieza a llover. Una
gran roca se desprende de la grúa porque se desamarra la soga mojada por la
lluvia. Cae la roca y mata tres legionarios. Tercio Juliano ordena detener las
obras hasta que deje de llover y todos regresan a la parte del puente ya
construída.
Unos 200 legionarios
romanos renegados de los dacios y sármatas, entre ellos está Marcio que había
discutido con Alana, atacan y matan a los dacios que cuidan la Dacia cerca del
Danubio. Los habían atacado y matado de día, a propósito para que los vieran
los romanos. Luego se acercan a los botes de los dacios y cruzan el río Danubio
hacia Moesia Superior.
En Sarmizegetusa,
Decébalo invitó a Longino a un gran sacrificio al dios supremo de los dacios,
Zalmoxis. Había una muchedumbre enorme de dacios. Un esclavo griego, Hermilo,
le sirve de traductor e intérprete a Longino. Bacilis, el sumo sacerdote dacio
eleva oraciones. Luego, varios guerreros dacios clavan lanzas en unas fosas,
con las puntas hacia arriba. Hermilo le explica a Longino “Ahora van a seleccionar
al mensajero que van a enviar a Zalmoxis para que interceda por ellos”. Ingresa
un nuevo grupo de guerreros, todos fuertes y sanos con la mirada feroz de quien
ha luchado en varias batallas. La multitud grita. Varias mujeres y niños
lloran. Seleccionan un guerrero y lo cargan y lo lanzan al aire sobre cinco
lanzas. Al caer, una lanza se le clava en el pie y otra en el hombro. Se lo
llevan a otro lugar. Selecciona a otro que se hiere pero no muere. Aúlla de
dolor. “¿A cuántos van a matar?” pregunta Longino. “A tantos como haga falta
hasta que salga bien”, respondió Hermilo. El quinto guerrero fue clavado por
las cinco lanzas y murió en el acto. El sumo sacerdote sonrió y levantó los
brazos satisfecho. Decébalo lo imitó y la muchedumbre aulló henchida de júbilo.
En Drobeta, Tercio
Juliano le habla a Apolodoro y le dice le apoyará para terminar el puente.
Apolodoro le dice que instalarán 20 pilares, no 19. Y eso tomará más tiempo.
Tercio le ofrece establecer turnos de trabajo y premiar con vino a los que
trabajan. Apolodoro acepta.
Es marzo 105 d.c.
Menenia había mandado llamar a Celer al templo. Ella le encarga un mensaje para
el emperador Trajano. Celer le dice pueden huir juntos ella y él y ser felices
lejos de Roma. Ahora él tiene mucho dinero. Ella no acepta. Le da el mensaje
que debe llevar. Le dijo exactamente qué debía decir y a quién. Luego, él se
va.
Hubo una gran cena en
el palacio real de Decébalo. Una celebración luego del sacrificio a Zalmoxis.
Lo sentaron a la derecha de Decébalo, frente a Dochia. Conversaron de
costumbres romanas. Longino comía lento. “Quizá Longino tema que lo
envenenemos” dice Dochia. “¿He de temerlo?”, pregunta él. “No, estamos en paz
con Roma” dice ella. Le ofrecían guisados de venado, cabra y ave; y había
músicos que relajaban el ambiente. Trajano fue al norte, donde Tercio Juliano.
Quería inspeccionar los avances del puente y averiguar sobre los renegados. Le
presentan a los cuatro líderes de los renegados entre los que se encuentra
Marcio. Trajano les cuenta su historia que una vez salvó de morir a dos niños
de la calle romanas que robaban manzanas. Y dice hay que darles una segunda
oportunidad a estos hombres. Marcio lo mira fijamente y se acuerda de él.
Celer llega donde
Tercio Juliano con un salvoconducto imperial. Viene con un mensaje para el
César. Lo traen a Trajano. Se acuerda que él es un auriga. Celer le dice que
Menenia ve la llama de Vesta se está desvaneciendo, hay peligro cerca del
César. Que se cuide bien. Trajano le agradece y dice deben ser sobreprotección
de la vestal. Le pregunta si le puede obsequiar su caballo. Es Niger, su mejor
caballo de Celer. Se lo obsequia y le enseña cómo darle órdenes.
Ignacio está buscando
maneras de difundir la religión cristiana y le avisan hay un tal Marción que
desea hablar con él “¿de qué?” se pregunta. Marción es alguien dispuesto a
debatir con Ignacio.
La Vestal Máxima le
pide a Plinio que averigue el augurio sobre el emperador. Plino hace ritos y ve
aves volar bajo de derecha a izquierda. Le avisa a la Vestal Máxima. “Tres
augurios terribles” dice ella.
Lucio Quieto regresó
de una inspección a la caballería. Habían pasado tres horas desde que Trajano
salió de caza. Quieto le pregunta a Celer hace cuánto tiempo la vestal vio
arder débilmente la llama sagrada de Roma. Celer le contesta hará siete
semanas. Quieto va donde Tercio Juliano y le pregunta qué oficiales renegados
han ido con Trajano. Este le dice: Marcio y Décimo. “Los otros dos oficiales
están aquí”, le dice. Le pide que los haga traer. “¿Cuándo cruzaron el Danubio
esos renegados?” pregunta Quieto. “Unas siete semanas” dice Tercio. Es el mismo
tiempo que empezaron los temores de la vestal. Llegan los dos oficiales
renegados. Quieto los interroga. “Veo que sudas” le dice Quieto a Cayo. “Tengo
calor legatus” dice Cayo. “Es raro, porque es un día frío” dice Quieto. Y
agrega: “Yo creo que atacasteis de día para que os viésemos matando dacios,
pero me pregunto si tenéis alguna orden que ejecutar aquí”. “Queremos combatir
por Roma, por el emperador” dice Cayo. Quieto le hunde su puñal en el corazón a
Cayo. Lo mata. Luego, coge por el brazo al otro, a Segundo, y le pregunta:
“¿Quieres morir o vivir?” Le contesta: ¡Vivir, vivir, vivir! ¡Lo diré todo!
Varios legionarios se acercan. Secundo dice: “¡Tenemos que matar al César!
Luego regresar a Dacia. Decébalo nos dará lo que queramos. Ibamos a ser ricos y
libres para siempre. Esa es la misión. ¡Matar al emperador! Quieto lo hiere en
un brazo. “Reza a los dioses que no le pase nada al César!, le dice. “Hoy la
presa es el emperador, no la caza del oso”, dice Quieto. En el bosque había 50
renegados y 60 pretorianos. Habían salido a cazar osos. Aulo se mantenía cerca
de Trajano. Los renegados se esconden entre los árboles. Aulo sospecha algo
porque han desaparecido los renegados. De pronto los renegados dicen: “Hay un
oso allí, al oeste”. Trajano y Aulo se dirigen hacia allí. “Por allí” dicen
otros renegados. Se quedan casi solos Trajano y Aulo. Dos renegados se acercan
con sus tridentes cerca de Aulo. Aulo le corta el cuello a uno y hiere al otro
que huye. Aulo y Trajano están espalda con espalda. Trajano mata algunos
renegados más. Se da cuenta de su torpeza al haber confiado en ellos. Los pretorianos,
advertidos por Aulo que les grita órdenes, luchan contra los renegados. Aparece
Marcio y mata dos pretorianos. Se acerca a Trajano y Aulo. Lanza un cuchillo
por encima de Trajano y Aulo, que recibe Décimo, el líder de los renegados que
estaba tratando de clavarle su espada por detrás a Trajano. Le cae el cuchillo
en la frente y cae muerto Décimo. Aulo sigue de pie con su espada. En ese
momento llega Liviano con pretorianos. Y llegan centenares de caballos. Era
Lucio Quieto con el grueso de la guardia imperial. Lucio Quieto le trata de
cortar el cuello a Marcio pero este se agacha y se salva. “!Detenéos todos, por
Júpiter!” gritó Trajano. “Ese hombre ha matado al líder de los renegados. Lo
que no sé es por qué, pero no lo matéis” añade Trajano. “¿Qué ha pasado aquí?”
preguntó Trajano. Quieto le dice: “Decébalo ha mandado a estos renegados para
matar al César”. Trajano le pregunta: “¿Quién eres tú?” a Marcio. “Soy un
gladiador” contesta Marcio. “¿Por qué participabas de esta conjura para
matarme?” pregunta Trajano. “Porque tienen a mi mujer y a mi hija presas los
dacios” contesta Marcio. “Entonces, ¿por qué no me mataste?” pregunta Trajano.
“Porque yo soy uno de aquellos niños que robaban manzanas en la Subura, hace
mucho tiempo y entonces me salvaste la vida. La mía y la de mi amigo”. “¿Y qué
fue de tu amigo, el otro niño?” pregunta Trajano. “Lo maté, César, en la arena
del anfiteatro Flavio”, dice Marcio. Trajano le dice que como sentencia volverá
a ser gladiador y tal vez logre su libertad.
Longino recibe un
mensaje cifrado. Lo descifra y dice: “Sal de Sarmizegetusa”. Eso solo puede
significar que la guerra va a estallar. Se oían golpes en la puerta del atrio.
Ya estaban allí.
Roma tenía siete
legiones al borde del Danubio. Los dacios le dijeron a Trajano que tenían
prisionero a Longino y lo matarían si los romanos cruzaban el río Danubio.
Trajano ha enviado nuevos emisarios. No avanzarán hasta que se asegure la
liberación de Longino.
Celer regresa a Roma y
sufría mucho por no tener a Menenia. Buscaba prostitutas caras. Tenía dinero
por montones. Un día conoce una prostituta llamada Helva que se parece a
Menenia físicamente. La convence para que se vaya a vivir con él a su casa.
Los dacios envían a un
mensajero, el esclavo griego Hermilo con un mensaje para Trajano. Decébalo
exige que Roma le entregue cantidad de oro y plata. Exigen que Roma no vuelva a
cruzar el Danubio y les permita recuperar el control completo de todos los
territorios que gobernaban antes. Solo cumpliendo todo eso entregarían a Longino.
Trajano dice no pueden aceptar eso. Hermilo dice tiene un mensaje de Longino
también. “Que el César sepa que para cuando Hermilo entregue su mensaje,
Longino ya estará muerto”. “!Noooooooo!” exclama Trajano. Longino era su único
amigo de juventud. El de su mayor confianza, el que le salvó la vida de caer en
un precipicio.
Unas semanas antes.
Longino estaba prisionero en un banquete de Decébalo. Dochia estaba presente.
Le asegura que ella no contó de su gran amistad con Trajano. Entonces Decébalo
le explica alguien les contó y manda traer a Mario Prisco. Diegis y Vezinas comen los bocados que ofrecen.
Longino habla con Decébalo. Decébalo le cuenta su estrategia para vencer a los
romanos. Longino le dice es buena estrategia pero tiene un fallo. El fallo es
que los romanos no demorarán en atacar. El ha ingerido veneno. Y muere.
Trajano grita:
“!Mientes! y arrojó al esclavo contra el suelo. El esclavo entonces cuenta que
Longino le pidió buscara un médico le vendiera veneno. Este lo consiguió y se
lo vendió. Longino tomó el veneno. Luego vinieron los dacios para llevarlo al
banquete. Pero Hermilo lo guardó el frasquito del veneno con un poquito de
líquido. Y se los muestra. Trajano ordena que lo maten a Hermilo. Hermilo
suplica perdón. Trajano se va. Pero Trajano estaba algo borracho, por eso Lucio
Quieto no lo mata, porque antes Trajano le había dicho cuando él estaba tomado
no ejecutaran sus órdenes. Quieto lleva a Hermilo donde el oficial renegado
preso. Este se toma el frasco. A las 3 horas muere. Y Quieto se va con Hermilo.
El recaudador de
impuestos se presenta en casa de Celer. Dijo Helva debe pagar sus veinte
denarios de cada mes. Eso estipula la ley. “La ley estipula un diez por ciento
de las ganancias de una prostituta, y no veinte , como has venido cobrando a
Helva estos meses” respondió Celer. El recaudador de impuestos le dice: “Mi
nombre es Malleolus y puedes presentar una queja cuando quieras”. Celer lo bota
de su casa. Mallelous va a casa de Pompeyo Colega. Le cuenta y le dice está
dispuesto a todo para cobrar su dinero. Se va. Sale de detrás de la cortina el
hombre de la nariz larga. “Esto puede beneficiarnos. Un recaudador de impuestos
siempre es un testimonio muy tenido en cuenta ante cualquier tribunal”, dice.
Pompeyo le responde: “Pero el sobrino segundo del emperador dijo que él se
encargaría de esos asuntos”. El de la nariz larga le dice: “Yo me encargo de
informar al sobrino del César. A ti te corresponde destruir a ese infame
auriga”.
Lucio Quieto habla con
Trajano. Le cuenta le dio el frasco con veneno al renegado y ha muerto. Luego
le dice no ha matado al esclavo griego por la orden que dio Trajano antes, que
no debían obedecer al emperador si estaba muy bebido. Trajano le dice: “Déjalo
libre. Dale un buen puñado de sestercios y déjalo libre. Pero que se vaya de
aquí. No quiero verlo nunca más”.
Marcio lucha contra
otro gladiador más joven y lo vence. Lo aclaman a Marcio. Le dicen: “Senex,
Senex, Senex”. Marcio lo tiene en el piso al joven. Pero Trajano le perdona la
vida.
Trajano con sus
hombres van a Drobeta para transitar por el puente nuevo. Han pasado ocho años.
Apolodoro dice el paso de las catapultas dejen cien pasos entre una y otra
cuando entren en el puente y lo mismo los carros más pesados. Tercio Juliano lo
escucha. Cruza el puente y halla a Trajano al otro lado. Le avisa la
advertencia de Apolodoro. Trajano ordena obedecer el consejo del arquitecto. Un
centurión se burla de la orden y le da un puñetazo en la cara a Apolodoro.
Cruza con varias catapultas. Tercio Juliano lo ve y grita: “!Deteneos por orden
del emperador Trajano!” Tercio ve cómo
tiembla el puente. “¿Por qué tienes sangren la mano?” le pregunta al centurión.
“Un petimetre se ha atrevido a decirnos
cómo debíamos entrar en el puente, pero ya le he aclarado yo algunas cosas
sobre las legiones de Roma”. “Ya veo” dice Tercio Juliano. “¿Y cómo era ese
hombre?” pregunta Tercio. El oficial describió a Apolodoro. El puente seguía
vibrando. Tercio agarró al centurión por el cuello, lo arrastró hasta la
barandilla del puente y lo empujó por encima. El centurión apenas tuvo tiempo
de gritar mientras caía del puente. “No sabe nadar” dijo uno de los
legionarios. Tercio aulló: “¡Hay demasiado peso sobre este puente, imbéciles! Y
empezaron a obedecerlo.
Los romanos cruzaron y
el buen tiempo de finales del verano facilitó el cruce de los montes e hicieron
caer Tapae. Con las lluvias de otoño todo se complicó. Trajano quería llegar
adonde Decébalo, lo antes posible. Vinieron mensajeros roxolanos. “Muchos no
queremos guerra. Los roxolanos no. Y lo mismo muchos dacios, sármatas, buris,
bastarnas, escitas y griegos de la costa del Ponto Euxino. Los griegos de la
costa han dejado de proporcionar armas a Decébalo”. Trajano dice: “Todos los
que abandonen a Decébalo serán tratados con generosidad por Roma”. Se van los
mensajeros. Dice Trajano: “Quiero que se construyan clausurae por toda la
región. Quiero que Decébalo vea impedidos los movimientos de sus guerreros con
gigantescas clausurae”.
Trajano y Quieto
llegan a Piatra Rosie. Trajano dice que en la montaña alrededor de Piatra Rosie
hay árboles. Hay que incendiar el bosque y asfixiar a los de Piatra Rosie con
el humo. Tendrán que salir para no morir asfixiados.
Marcio descubre le
traen nuevos prisioneros para que luchen como gladiadores. Entre ellos está
Akkás. Este le dice que Alana y Tamura siguen vivas.
Arrestan a Celer en su
casa. Este le grita a Helva que llame al abogado de los Rojos.
Carpophorus, el
bestiarius, el que alimentaba a leones y fieras en el anfiteatro Flavio, le
ofrece a Pompeyo Colega el hígado de Marcio. El nieto de Pompeyo Colega tenía
epilepsia y decía la gente el hígado era lo mejor para curar la epilepsia. Le
dice a Pompeyo que sobornen al lanista. El oro lo puede comprar.
Helva acude ante la
vestal Menenia para que salve a Celer. Le dice que está embarazada y que quiere
mucho a Celer. Es un hombre bueno. Dice el abogado de los Rojos no lo defendió
bien y el emperador está muy lejos en la guerra. La sentencia de muerte para
Celer es en días. Enviar un mensaje al emperador tardaría semanas o meses y la
respuesta también. Helva se va llorando. Entonces Menenia recuerda las palabras
que le dijo Trajano una vez: “Si alguna vez no estoy en Roma y necesitas ayuda,
hay una mujer al sur de la ciudad, Liviano tiene toda la información, que sabe
más de Roma que ninguna otra persona. Más incluso que la Vestal Máxima. Si
alguna vez estás en peligro, puedes acudir a esa mujer y ella te ayudará.
Siempre encontró caminos para sobrevivir cuando todo parecía perdido”. Menenia
se preguntaba si dicha mujer aún existiría.
En Sarmizegetusa, los
romanos aproximan las torres de asedio a los muros de la ciudad. Trajano quería
dirigir todo él solo, pero sus oficiales le dijeron deje al mando a Lucio
Quieto. Trajano miraba de lejos. “¿Por qué no se defienden?” pregunta Trajano.
“Deben estar esperando que estén más próximos”, dice Celso. Trajano ordena que
los arqueros y escorpiones arrojen
proyectiles, la dicta a Nigrino que parte en caballo a darle la orden a Lucio Quieto.
Llega y le dice: “El César ordena que se inicie el lanzamiento de proyectiles
para evitar una respuesta de las defensas”, dice Nigrino. Lucio Quieto ordena:
“¡Arqueros! ¡Avanzad, por Hércules! ¡Artilleros, preparados! ¡Por el emperador,
a mi or…! No pudo terminar la orden. Decenas jabalinas, algunas encendidas,
emergieron de lo alto de las murallas y una flecha se clavó en la espalda de
Lucio Quieto. Nigrino se bajó del caballo y se protegió con el cuerpo del
animal. Luego, cargó a Quieto para ponerlo a salvo. Las tres torres de asedio
romanas ardían en fuego.
Trajeron a Akkás gravemente herido por leones
en la arena. Lo trajeron donde estaban los gladiadores. Lo dejaron en el suelo.
Marcio habla con él. Akkás le pide le diga a sus hijos que murió luchando. Y
muere.
Trajano ordena le
muestren las murallas de la ciudad a Apolodoro para que cree una estrategia de
cómo atacarlas. Luego, Trajano y sus oficiales le preguntan a Apolodoro si se
le ocurre algún plan. “¿Qué se ha intentado hasta ahora?” pregunta Apolodoro.
Tercio Juliano le explica: “Intentamos usar escalas, pero las murallas son muy
altas. Luego construimos torres de asedio, pero los dacios las incendiaron.
Hemos considerado construir un agger, un gigantesco terraplén que nos conduzca
a lo alto de las murallas pero el terreno es desigual y no hay arena. No se han
detectado acueductos”. “Si el conducto de agua es subterráneo, estos canales
han debido pasar desapercibidos para los romanos” dice Apolodoro. Agrega que al
cruzar todo el valle de Orastie ha visto las ruinas de los muros de Blidaru y
Costesti. “Ahí tenemos toda la piedra que nos hace falta”, concluye. Trajano
aprueba y todos se ponen manos a la obra. Piensan en cortarles el suministro de
agua a la ciudad también.
En Roma, Liviano recibe
la visita de Menenia. Ella le pide la lleve donde una mujer al sur de la ciudad
que sabe todo. “Debe referirse a Domicia Longina, la esposa de Domiciano” dice
Liviano. Menenia le pide la lleve ante ella.
En Sarmizegetusa,
Vezinas informa al rey que han cortado el agua. Decébalo envía a Diegis a que
lleve un mensaje a Trajano. Este va. Le dice a Trajano que Decébalo promete la
paz a cambio que se retiren. “Ya es tarde para eso” le contesta Trajano.
Menenia va al sur, a
la casa de Domicia Longina. Conversan y Menenia le cuenta que quiere salvar a
Celer. Domicia le dice que hay un modo de salvarlo. Hay una antigua ley de las
vestales conque puede salvarlo. Le cuenta qué ley es. Luego Menenia se va.
Decébalo habla con
Diegis y le ordena un ataque con cinco mil o seis mil guerreros. Dos mil
guerreros se quedarán en sus torres. Mientras los romanos construyen su agger,
herirán y matarán a todos los romanos que puedan. Luego regresarán a su ciudad.
Habrán muertos, pero eso reducirá la cantidad de bocas que comer. Hay poca
comida en la ciudad y ahora falta agua. Diegis se despide de Decébalo. Luego,
se encuentra con Dochia. Ella le dice que debió casarse con él. “Quizá nos
reencontremos con Zalmoxis” le dice él y se va.
Decébalo escuchó lo
que hablaron Diegis y Dochia. Ella ya no quiere más guerra. Decébalo dice
Diegis luchará en el este, mientras él y Dochia pueden huir por el oeste con
dos mil soldados. Se esconderán en los bosques. El invierno crudo los romanos
no soportarán. Le dice huyamos pero Dochia se niega. Decébalo la manda arrestar
con Vezinas. Este la lleva donde está el sarcófago de Longino y trata de
violarla, pero ella lo golpea en los testículos con la rodilla. Coge un objeto
y lo golpea en la cabeza. No lo mata. Vezinas la deja encerrada y se va.
En el anfiteatro
Flavio, el lanista Trigésimo que entrena gladiadores es llamado por el
bestiaurius, Carpophorus. Este le ofrece dinero por el hígado de Marcio. El
doble de lo acostumbrado. “Pero está vivo”, dice el lanista. El bestiaurius le
dice es para el nieto de un senador importante. “Quiero el triple” dice el
lanista. “Tendrás lo que pides” contesta el bestiarius. Se va caminando
contento. El lanista lo sigue cogiendo su espada. Quiere matarlo al
bestiaurius. Oye de pronto rugidos de leones. Escucha al bestiarius: “Haz lo
acordado y no intentes nada. Ja, ja, ja, ¿o acaso quieres ser alimento de mis
animales?
En Sarmizegetusa,
Diegis y sus hombres salen a luchar. Tercio Juliano y Apolodoro vigilaban la
construcción del terraplén de tierra. Se abrieron las puertas. Tercio le dijo:
“Retírate tras las cohortes, arquitecto”. Apolodoro vio a los dacios saliendo
de la ciudad. Tercio envió un mensaje con un centurión. “Necesitamos
refuerzos”. El centurión partió en su caballo con el mensaje. Trajano escucha
el mensaje del centurión. “Reunid las otras legiones”, dice. Decébalo, Vezinas,
Bacilis y dos mil soldados huían por la puerta del oeste”. Pero el sumo
sacerdote Bacilis se regresa corriendo a la ciudad, quiere rendirse. Decébalo
coge una jabalina y se lanza a Bacilis. Dijo el sacerdote sabía muchos
secretos. Huyen Decébalo y su gente. La lanza le penetra la espalda a Bacilis.
Cae tendido en el suelo pero sigue respirando.
Domicia Longina visita
la casa del flamen dialis, Tito Cicurino. Ella le dice: “Se va a arrojar a un
hombre injustamente desde lo alto de la roca Tarpeya”. Tito le dice que un
sacerdote de Júpiter no tiene por qué inmiscuirse en la condena a un auriga.
Ella le dice que esa ejecución irritará al emperador. Tito le pregunta esa
información de donde proviene. “Yo asumo dicha información” sentenció Domicia
Longina. “Ante el mismísimo augusto Marco Ulpio Trajano” añade. Ella le
recuerda la antigua ley de Numa y la usará la vestal Menenia . La ley de Numa
está sujeta a interpretación y las inclemencias del tiempo pueden ser claves.
Tito le dice puede recurrir a Plinio. Ella le dice que no, que los sacerdotes
solo respetarán el criterio de otro sacerdote. El acepta.
En Sarmizegetusa, los
dacios con Diegis atacan con furia. De lejos, Trajano se fija que no hay nadie
en lo alto de las murallas. Envía a su sobrino Adriano a que vigile los
alrededores de las murallas de la ciudad y le envía un mensaje. Los dacios
queman la estructura de madera de la agger pero les empiezan a caer tablas
encendidas con fuego en la cabeza. Diegis está envuelto en fuego. Se revuelca
en la tierra para apagarlo pero ya está quemado. Se para y coge un arma, pero
se sostiene en pie apenas. Se le acerca Tercio Juliano, lo califica de valiente
a Diegis. “No merezco morir así” dice Diegis que le arde todo el cuerpo. “No,
no lo mereces” dice Tercio Juliano. Y le clava su espada en el corazón a
Diegis. Cae al piso. “Las mujeres y los niños … no tienen la culpa” dice Diegis
en latín. “Haré lo que pueda” dice Tercio. Un mensajero avisa a Trajano han
escapado por otro lugar muchos dacios. Parece que Decébalo iba con ellos.
Trajano baja la mirada y dice: “Todo era una distracción”.
Carpophorus le habla
lejos a Marcio en el anfiteatro Flavio, en el túnel que conduce a la arena. Le
dice tiene comprados a todos. Le dice que quiere trocear su cuerpo. Marcio le
dice: “Si luchas contra mí, Carpophorus, te mataré”. Luego, Marcio sale a
pelear, se encomienda a la diosa Némesis.
En Sarmizegetusa,
dentro del recinto amurallado estaban Dochia con algunos oficiales. Ellos la
liberaron de la torre donde estaba encerrada. Dochia dice deben concentrar a
todo el mundo en la ciudadela. Mientras tanto, Trajano y sus hombres
inspeccionan el lugar por donde huyó Decébalo. Ordena a Nigrino que persiga a
Decébalo con toda la caballería y lo traiga vivo o sino su cabeza. Ven alguien
en la ciudad en el suelo con una lanza clavada en la espalda. Bacilis solo
puede decir: Aurum (oro) y lo repitió varias veces.
Trajano y sus hombres
entran en la última torre. Encuentran puros cadáveres. Suben y hallan un cuarto
cerrado con puerta de bronce. Con un tronco la tumban. Trajano ve entonces a
Dochia. Ella les dice es la princesa Dochia, hermana de Decébalo. Les dice ese
es el sarcófago de Longino. El único romano que ella consiguió apreciar. Se
quiere lanzar del balcón al primer piso. Pregunta por Diegis. Le informan murió
luchando. Dochia se lanza al vacío, cae y muere destrozada abajo. Trajano pide
lo dejen solo con el sarcófago de Longino. Solo quedan Aulo y él. Trajano se
queda llorando. Tercio Juliano antes de bajar de la torre, recibió la orden
detener las matanzas.
Al pie de la colina
Capitolina, donde quieren matar a Celer, llega Menenia. Le informan una mujer
Helva intentó impedir el paso del carro donde llevaban a Celer y los guardias
la han matado. “Se detendrán ante una vestal”, dice Menenia. Liviano conversa
con Menenia y ella le dice estaba paseando y son ellos los que deben hacerse a
un lado. Liviano la acompaña caminando un trecho.
Marcio habla con el
lanista y le pide le explique. “¿Por qué me haces combatir ahora con los más
fuertes?” Trigésimo le dice: “Un senador se ha encaprichado contigo. Quiere tu
hígado para su hijo o nieto o alguien. No puedo hacer nada. El negocio está
cerrado”. “El negocio lo ha cerrado Carpophorus” dice Marcio. Y agrega: “Si
alguna vez quieres resolver el problema con Carpophorus cuenta conmigo”
Menenia ordena a
Liviano que libere a ese hombre pues Roma tiene otro destino para él, se lo
ordena de acuerdo a la antigua ley de Numa. Dicha ley establece que si una
vestal se cruza en el camino de un condenado a muerte que es conducido a su
ejecución, la sacerdotisa tiene la potestad de liberar a ese condenado si lo
estima oportuno para el bien de Roma. El ex rex sacrorum de Roma dice dicha ley
se cumple si se han encontrado de manera fortuita. Plinio está entre el
público, alguien importante le envió una carta pidiéndole que viniera. Dice que
la ruta que siguió Liviano con el auriga y los pretorianos era una ruta nueva y
nadie había informado de dicha ruta a las sacerdotisas de Vesta. Liviano
corrobora. Plinio dice debe ser designio de los dioses ese encuentro. El
condenado debe ser liberado. La ley de Numa debe cumplirse. Le piden jurar a
Menina que el encuentro ha sido fortuito. Ella jura por Vesta que el encuentro
ha sido fortuito. En el cielo aparecen truenos. Plinio dice vienen de la
izquierda, eso certifica para los dioses que la vestal no miente. De pronto
viene vendado de los ojos el flamen dialis. Hace callar a los acusadores y dice
la vestal ha invocado una vieja ley que está en vigor, no importa lo antigua
que sea. Han sonado los truenos por la izquierda. Eso es buen augurio. Le pide
a Liviano que libere al condenado. Liviano ordena le quiten sus cadenas. Los rojos
lo cargan en hombros a Celer y corean su nombre. Los azules les gritan, quieren
pelear. “¡Quietos todos, por Júpiter!” dice Liviano. Y se marchan todos.
Tiberio recibió la
orden de adelantar de noche a los dacios que perseguía y el resto de romanos vendría
por detrás. Los acorralarían a los dacios. Vezinas huye por otro lado del
monte. Decébalo bota del caballo a Mario Prisco. Se le rompe un brazo a Prisco.
Le clava luego una sica en el vientre a Prisco. “Pateadlo antes de montar”,
dice Decébalo. Y doce dacios lo patean antes de montar sus caballos a Prisco.
Se le derraman los intestinos. Vienen buitres y se lo empiezan a comer vivo.
Ignacio recibe la
visita de Marción, un comerciante cristiano. Le dice escribirá una carta para
Evaristo que está en Roma. Marción la llevaría. La meta es salvar a los
cristianos.
Tiberio y su gente
persiguen a Decébalo y los dacios. Tiberio ordena a 30 jinetes persigan al que
huyó, Vezinas. Lo encuentran y lo matan con jabalinas. Nigrino llega y empieza
a perseguir a Decébalo. Un grupo de legionarios lo encuentra a Decébalo. Este
se corta el cuello y muere. Tiberio se acerca y le corta la cabeza y el brazo
derecho. Mientras tanto, Trajano y sus oficiales y más soldados, cavaban donde
Bacilis decía que había oro. Y encuentran una cueva llena de oro y plata. Sacan
todo y lo cuentan. Hay unos 315 millones de auros para el oro y unos 1600
millones de denarios para la plata (50 000 y 60 000 millones de euros del siglo
XXI). Trajano dice:”Creo que hemos terminado con los problemas financieros del
Imperio”.
En el Ludus Magnus, en
Roma, el lanista busca de noche a Marcio. Le dice puede abrir su celda para que
mate al bestiarius. Pero Marcio le dice haría mucho ruido, se despertarían los
gladiadores. “Dime tu plan” le dice el lanista. Marcio le explica deje un día
la celda sin cerrar. Con la cadena pero sin el candado. Y que esconda debajo de
su cama, una espada y dos brazos de carne humana que tengan las manos intactas.
Le dice dejarán su celda abierta cuando
empiecen las carreras del Circo Máximo.
Trajano buscó un valle
en la dacia donde construir la ciudad Ulpia Traiana. El César encargará a
Apolodoro que diseñe la ciudad, el anfiteatro, almacenes para el grano,
templos, una basílica para impartir justicia, un foro, unas termas, y una
necrópolis. Allí está la tumba de Longino.
Junio de 107 d.c.
Trajano llama a Menenia a su campamento militar en las afueras de Roma. Le
pregunta por qué defendió tanto a Celer. Ella le contesta porque siempre lo
querrá. Trajano le revela que Domicia Longina es su madre. La dio a luz cuando
Domiciano la desterró, a escondidas. La envió
donde el senador Menenio para que la criara. “¿Quién es mi padre?” le
pregunta ella. Le contesta: “Eso solo lo sabe tu madre”.
Plinio revisa sus
papiros y encuentra la nota que le dejó Atellus antes de morir. Lo lee con
atención.
Celer pide hablar con
Trajano. Le pide le preste su caballo Niger, que le regaló anteriormente. Lo
necesita para la carrera de mañana. Trajano acepta. Y le pregunta si apuesta
por él, si le hará ganar una fortuna. “¡No, el César no debe apostar por mí!”
dice Celer. Trajano le pregunta: “¿Y para qué otra cosa puede correr un auriga
en el Circo Máximo si no es para ganar?”. Celer contesta: “También se puede correr
para matar”.
El día de la carrera,
Trajano hizo un donativo de 500 denarios para cada persona censada en Roma que
tuviera la ciudadanía plena. Con ello obtendrá el aprecio del pueblo. Le dice a
Lucio Quieto si quiere ser el nuevo César. Le muestra los papiros de Julio
César. Tiene un proyecto ambicioso en el papiro. Le pregunta Trajano: “¿Te ves
con arrestos suficientes para seguirme hasta el final, incluso para acabar lo
que yo empiece?” Lucio Quieto le contesta: Hasta el final, César, siempre estaré
con Marco Ulpio Trajano. Pase lo que pase”.
En el túnel de los
gladiadores está Marcio. No le tocó luchar, según lo conversado con Trigésimo
el lanista. Marcio sacó los dos brazos y la espada de debajo de su cama. El
cocinero le había traído lo que le había pedido. Coge dos jabalinas. Ensarta la
punta de la jabalina en una mano. La otra jabalina en la otra mano. Rezó a la
diosa Némesis. Entró en el túnel oscuro buscando a Carpophorus.
En territorio sármata,
Alana y Tamura buscan animales que cazar con otras dos guerreras. Una patrulla
romana perdida las encuentra. Matan a una guerrera. A otra le tiran puñetazos y
la violan. Alana bota del caballo a un romano y lo mata. Tiene su espada en
alto y hay varios romanos que se le acercan armados. A su espalda hay un
precipicio.
Trajano sale de la
tienda y Aulo le tiene un mensaje de Menenia. Ella formulaba dos ruegos y hacía
una confesión. Trajano lo lee dos veces. Le dice a Aulo: “Dile a la vestal que
tiene mi permiso para hacer todo lo que me pide en esta nota”. Le da los
papiros a Aulo y le dice: “Quémalo”. Aulo los quema. Sale Trajano con sus
oficiales en carros especiales para el desfile del triunfo en Roma. Había
gentío en las calles, además de las 250 000 personas que esperaban en el Circo
Máximo. Pero Trajano ha quedado preocupado por la carta de Menenia. Plino ve a
Trajano y lo ve fruncir el ceño pero no dice nada. En los carros vienen los
trompeteros, despojos de guerra, un centenar de bueyes para el sacrificio a
Júpiter; los estandartes del enemigo vencido, y cautivos de todas las
nacionalidades; y detrás el emperador con sus oficiales. Antes de los bueyes
venían enormes carros cargados de oro y plata en cantidades como nunca antes se
habían visto en el Imperio. En el templo
de Júpiter se sacrifican los bueyes. Luego se
van todos al Circo Máximo. Al entrar todos gritan: “¡Trajano, Trajano,
Trajano! ¡César, César, César!”. Trajano van pensando en la carta de Menenia.
En ella, Menenia le pide permiso para no acudir, no fueran a haber malas
interpretaciones sobre ella y Celer. Le pide permiso para visitar a su madre
Domicia Longina, quiere averiguar quién es su padre. Si es hija de Domiciano,
no merecerá ser Vestal Máxima como la quiere elegir Trajano. Le pide permiso a
Trajano para que su madre por única vez pose su mano sobre su cabeza para
bendecirle. Le cuenta también que una noche vio en la calle una litera que no
quería cederles el paso. Miró por un costado de la tela y eran la emperatriz
Plotina con el sobrino Adriano del César. En todo eso piensa Trajano y está
preocupado.
Marcio estaba en el
sótano del anfiteatro Flavio buscando al bestiaurius. Escucha gritos de mujer
que gritan: “¡No!. Oyó luego un rugido descomunal. Y vio un león.
Trajano manda llamar a
Dión Coceyo. “Van a traer erizos y sé que te gustan esos manjares” le dice. Y
añade: “Te necesito como traductor. Disfruta de los erizos pero no abandones el
palco”.
Alana da un paso atrás
y se deja caer por el precipicio pero se coge de unos arbutos y de piedras.
Consigue llegar abajo. Cae y siente dolor en una pierna. Llora. Arriba, los
romanos buscan a la niña para venderla como esclava.
En el Circo Máximo,
Celer está tercero y Acúleo, quinto. Pero Acúleo pasa y avanza al cuarto lugar,
detrás de Celer. Celer piensa cerrarle el paso y matarlo. Trajano ve a Plinio
pensativo y va a sentarse a su lado. Plinio le dice le preocupa la muerte de su
informante Atellus. Encontró entre sus papiros una nota en que Atellus le
informaba el nexo entre Mario Prisco y Pompeyo Colega. Ese hombre nexo era
Publio Acilio Atiano. Atiano había sido el tutor de Adriano hasta que Trajano
se hizo cargo de su sobrino y lo casó con Vibia Sabina.
Celer se dejar pasar
por un carro y queda delante de Acúleo. Intenta chocar con el carro de Acúleo
pero éste frena con las justas. Celer había fallado.
Marcio se agachó al
oír al león, pero este estaba enjaulado. Vio a otro león también enjaulado. En
las jaulas habían nombres, Vulcano, y el otro Hércules. Arrojó cada lanza con
el brazo a cada león. Apareció Carophorus, el bestiaurius con un hacha de la
que goteaba sangre fresca.
Celer mira el choque
del primer lugar azul con el segundo carro blanco. Pasa con cuidado y ahora
está primero. No sabe si suicidarse atacando el carro de Acúleo o ganar la
carrera. Gana la carrera Celer.
Trajano ve llegar a
Liviano y Aulo. Hace llamar a Dión Coceyo como traductor. Junto a Aulo venía un
hombre de tez oscura. “Es el embajador de los kushan” traduce Dión. Dice
llamarse Shaka, es sirviente del emperador Vima Kadphises, dueño de todo el
norte de la India. Dice como deseo de amistad con Roma, le envían diez
elefantes que están en los muelles del puerto de Ostia y algunos tigres que ya
han sido entregados al bestiarius. Dice tienen problemas en su frontera con los
partos, pero los partos están en guerra civil. Pregunta si los partos son
incómodos con Roma. Trajano le contesta que eso requiere una conversación más
larga en el palacio imperial.
Alana se arrastró
hasta la pared y se puso de pie. Podía caminar con dificultad. Empezó a buscar
a su hija y a gritar: “¡Tamura! Los romanos escuchan el grito y van en
dirección de donde viene la voz.
En el Circo Máximo,
Acúleo se acerca a los rojos y le pide Diversium a Celer. Le dice que son sus
caballos los que corren bien, no es Celer el mejor. Celer acepta el antiguo
diversium.
Menenia lee la carta
de Celer donde le agradece su ayuda y dice tratará de vengarse de Acúleo. Si
Celer sobrevive y gana la carrera, dedicará el resto de su vida a esperarla que
se retire como vestal y pueda casarse con él. Menenia está yendo a visitar a
Domicia Longina para averiguar quién es su papá. Aprieta la carta de Celer
contra su pecho.
El Diversium consistía
en competir cambiando la posición de salida de los amigos e intercambiando
caballos. Y volvían a competir los demás corredores. Empieza la carrera y Celer
está segundo mientras Acúleo está cuarto.
Mientras tanto, el
bestiaurius con su hacha corta una soga y se levantan las rejas de las jaulas
de los leones, mientras una tercera reja a la espalda de Marcio se cierra y queda
atrapado adentro. Los leones se acercan. El león Hércules tiene convulsiones y
muere. Ese veneno que le puso Marcio al brazo se lo había proporcionado el
cocinero. Pero Vulcano no había comido todo el brazo.
En la carrera Niger
corre mucho y está primero delante de Celer. Trajano lee la tablilla de
gladiadores y no encuentra el nombre de Marcio, le pregunta al lanista por qué
no está Marcio en la lista. Este le dice quedó sin emparejar. Trajano le dice:
“Espero verlo combatir en la próxima ocasión”.
En una humilde casa de
Roma, el obispo Evaristo, ya muy viejo y delicado habla con Alejandro. Le dice
recibió una carta de Ignacio. Vendrá a Roma un tal Marción, comerciante que ha
dado mucho dinero a comunidades cristianas. Además, tiene un plan para preservar
las palabras de Cristo.
Dos jinetes romanos se
acercan donde Alana. Alan hiere a uno. El segundo le dice su hija ha muerto. Ella
se pone triste. Y camina sin mirar atrás. El caído todavía no moría y la hiere
en la pierna. Alana se vuelve y le corta el cuello. Alana se pone a llorar. Y
el otro romano levanta su espada para matarla. Ella ya no tiene fuerzas está
llorando y cierra los ojos esperando la mate.
En la carrera, Celer
usa el látigo y los caballos aceleran. Acúleo usa el látigo y los tres caballos
aceleran pero Niger, el caballo más inteligente, no le obedece. No entiende sus
órdenes. Ya sabía que no era la voz de su amo. Hay un accidente de otros carros
y pasa Acúleo con los caballos, los tres caballos saltan, pero Niger salta mal
y se golpea la pierna. Acúleo golpea a Niger hasta sangrar. El salto hace
saltar el carro, y Acúleo cae a la arena y es arrastrado por los caballos que
siguen corriendo. Muere, mientras el público grita: “¡Celer, Celer, Celer!”.
Mientras tanto Marcio,
abre la jaula del tigre de la India. El bestiarius lanza a su león Vulcano
contra el tigre pero se pelean y el tigre lo mata al león. Una chica que está
amarrada y era prostituta le pide a Marcio la suelte. Este le corta con la
espada las sogas que la atan, y le da su cuchilla para que termine de sacarse
las sogas. El bestiaurius mataba prostitutas también para alimentar a sus
animales. El bestiaurius mata el tigre a hachazos. Luchan Marcio y el
bestiarius pero se le cae la espada a Marcio, el bestiaurius le va a tirar el hacha
pero la chica lo hiere por atrás con su cuchilla y se va corriendo. Se le cae
el hacha al bestiaurius. Marcio recupera su espada y le atraviesa un hombro.
Marcio mira cómo funcionan las rejas y baja la rampa principal pero le dice a
la chica que ponga una antorcha seca que sujete la reja. Luego, Marcio abre las
rejas de varias jaulas. Sale una pantera negra, un león y dos leonas. Marcio va
corriendo, pasa debajo de la reja, saca la antorcha seca y la pantera que lo
seguía queda muerta debajo de la reja. Coge su espada. Las fieras se comen al
bestiarius. Marcio se va a dormir.
Celer toma la
delantera y gana la carrera. Los caballos Niger y sus compañeros siguen
corriendo hasta que pasan la meta. Luego, Niger se derrumba. Celer va corriendo
donde Niger y lo abraza. Trajano ordena a Aulo que curen a ese valioso caballo,
que no lo maten.
Domicia Longina le
cuenta a Menenia que ella es hija de un emperador. Menenia se pone a gritar y a
llorar: “¡No, yo no puedo ser hija de Domiciano, no! Domicia le tira una
bofetada. Le dice ella es hija del emperador Tito. Luego, le acaricia la
cabeza, el pelo.
Mientras tanto, Alana
esperaba la espada que la iba a matar, cuando escucha la espada caer al río.
Abrió los ojos y vio clavada una flecha en el cuello del romano. Cae y muere el
romano. Y Alana ve a su hija Tamura con su arco que viene corriendo donde ella
y la abraza. Le pide que coja su arco a Tamura. Montan en caballos. Tamura le
cuenta que mató a otros dos romanos. “Ya mataste tres guerreros” le dice. “No
vamos a encontrar un solo hombre ni entre los sármatas ni en todo el Imperio
Romano que te merezca. No sé dónde vamos a poder conocer a alguien que esté a
la altura de tu valía pequeña. No lo sé”.
Encontrarán al leer la
novela que los partos piensan cambiar al sobrino del rey de los partos que
gobierna Armenia por el hermano del rey parto. Y los chinos, terminan de matar
mongoles y piensan en invadir a los partos y a los romanos a futuro. Aunque les
dan otros nombres a estos pueblos. Eran las ambiciones de esos tiempos. Lean la
novela.