Ensayo sobre la ceguera
He terminado de leer la excelente novela titulada “Ensayo
sobre la ceguera” del escritor José Saramago. La novela empieza narrando a un
hombre manejando su auto por la calle, cuando de pronto, está detenido por la
luz roja del semáforo y se pone verde pero no puede avanzar porque no puede
ver. “Estoy ciego” dice. Solo puede ver una luz blanca, nada más. Hay gente que
se acerca a ayudar, llaman a la policía, vienen y les explica que no puede ver
nada. Un señor se ofrece a llevarlo a su casa en su mismo carro. Solo le dé la
dirección y lo llevará. Entonces se lo lleva. Lo deja en su casa, lo ayuda a
subir hasta el tercer piso y lo deja allí adentro. Se va y se lleva el carro.
Se había quedado con las llaves del auto. Era ratero. Mientras tanto el señor
golpea sin querer un florero y cae el florero al suelo y se rompe, cae el agua
y las flores. Espera sentado en un sillón a que su esposa regrese del trabajo.
Pasan unas horas y llega su mujer. Entonces le cuenta que está ciego. Ella
llama a un oftalmólogo y pide cita. Entonces se dan cuenta le han robado el
carro y las llaves. No encuentran el carro donde lo debió dejar estacionado.
Van en taxi al médico. Llegan al consultorio. Ven allí a una chica con gafas
oscuras, un niño estrábico con su mamá, un viejo con un parche negro en un ojo.
Lo hacen pasar de urgencia al señor ciego. El oftalmólogo lo atiende y no ve nada
anormal en su ojo. Parece normal, le dice. Le receta algunos medicamentos y lo
despacha. Esa noche comenta con su esposa que vino un paciente que se quedó
ciego de repente. Se pone a leer libros de oftalmología de su biblioteca. En
eso se da cuenta se ha vuelto ciego él también, y le cuenta a su mujer. Su
mujer sí ve bien. Mientras tanto, la esposa del primer ciego se ha vuelto ciega
también. El ratero que robó el auto se ha vuelto ciego en la calle y se pone a
gritar. Un policía lo trata de ayudar pero queda ciego también. Al día
siguiente, el médico oftalmólogo llama a un ministro y le cuenta ha empezado
una pandemia de ceguera en la ciudad. El ministro se entera y asigna un
manicomio recién construido para que vivan allí hasta que se halle una cura. Así
que viene una ambulancia, lo meten con su maleta al médico, su mujer también ha
hecho su maleta y sube. “Estoy ciega, yo también”, dice. Así que se van al
manicomio. Llegan allá y entran a las instalaciones. La chica de las gafas
oscuras del consultorio era prostituta de noche, y se quedó ciega luego de
atender a un cliente. Ella también ha sido llevada allí. El señor que quedó
ciego primero está con su esposa, ambos ciegos. El señor de la venda negra en
un ojo también se ha quedado ciego. El niño estrábico también ha quedado ciego.
Así que ellos se instalan en una sala y ocupan camas. Por un altavoz les dicen
que les llevarán comida al mediodía. El niño estrábico pregunta por su mamá. La
chica de las gafas oscuras lo cuida como si fuera su hijo, le coge cariño. El
médico empieza a preguntar cómo se quedaron ciegos. El ratero que le robó el
auto también ha sido llevado. Por la voz lo reconoce el primer ciego y se
molesta con él. La única que ve es la esposa del médico. Mintió que estaba
ciega. Hacen una fila tocándose el hombro entre todos, para avanzar y conocer
el local, el baño y los demás lugares. El ratero está detrás de la chica de
gafas oscuras. El le coge el hombro pero la manosea los senos, ella le tira un patadón con su zapato en la
pierna al ratero. Le brota sangre al
ratero. Luego, regresan a sus camas. La esposa del médico con el médico le
amarran trapos en la herida al ratero. Se duermen. Al día siguiente, entran más
ciegos pero se van a otra sala. Entre ellos está el policía que encontró al ratero,
el taxista que condujo al primer ciego, la empleada del oftalmólogo, y otros.
Al mediodía llega la comida, les dejan las cajas con comida y cogen su comida
pero no se llenan. Hay algo de desorden al momento de coger las cajas porque
algunos se quieren agarrar más comida. No hay cubiertos, tienen que comer con
las manos. Al día siguiente llegan más ciegos, un montón. La capacidad del
manicomio era para 150 personas, pero hay 200, y muchos no cogen cama, duermen
en el piso. El ratero trata de escapar del manicomio y lo matan los soldados.
El médico y otros ciegos lo entierran en una parte de jardín. De una de las
salas aparece un ciego que da órdenes y dispara una pistola. Dice que tienen
que darle de todas las salas sus objetos de valor, relojes, joyas, dinero, y a
cambio les darán comida, porque él con su sala, se están apropiando de toda la
comida. Así que el médico, su esposa y los demás, todos pone sus relojes y
joyas en bolsas que envían al ciego con pistola. Este les da comida, pero poca.
Así están un tiempo. Luego el ciego con pistola empieza a pedir que le envíen:
“Mujeres” para los varones de su sala. Así que las mujeres van a tener sexo con
ellos, va la chica con gafas, la esposa del médico va con unas tijeras que se
trajo, van las demás mujeres. En esa sala del pistolero habían puesto cuatro
camas en la puerta que impedían el paso de los de afuera. Pero cuando se
anuncian que están ellas, mueven las camas y tienen sexo con ellas. La mujer
del médico quiere matar al pistolero pero no se atreve. Ella es la única que
ve. Ve que hay un ciego de nacimiento que escribe en Sistema Braille y anota
inventario de la comida y las joyas. Otro día la mujer del médico va con sus
tijeras cuando entra otro grupo de mujeres de otra sala a la sala del pistolero.
Se mete, y cuando el pistolero está teniendo sexo con una mujer, le corta el
cuello con las tijeras que son grandes. Lo mata. Se dan cuenta los demás ciegos
que lo han matado. Ella se aleja. El ciego de nacimiento se acerca y le quita
la pistola y las balas y dice algunas palabras amenazando a la que ha matado
que la buscará para matarla. Hace algunos disparos pero no la ve. Ella se va a
su sala. No les quieren enviar comida dos días los de esa sala. Algunos ciegos
quieren huir y los soldados matan a los que intentan huir. Otros los entierran.
El ciego de la venda negra en el ojo tiene una radio pequeña a pilas. La
enciende. Escuchan diversas noticias. Y otro día escuchan que el locutor de la
radio dice: No veo. No veo nada. Y todos los de la radio no ven. La esposa del
médico coge su encendedor y en la noche se acerca a la sala del pistolero
muerto, donde tenían la pistola, y a las camas con frazadas les prende fuego, a
cada una, pronto toda esa sala está llena de humo y de fuego. Empiezan a morir
los ciegos de esa sala. Pero el humo satura el edificio, no pueden respirar
bien. Así que el grupo del médico salen todos en fila a buscar aire al patio y
quieren hablar con los soldados, pero encuentran que la puerta está abierta, y
no hay soldados. “Somos libres” dicen. Y se escapan todos. El grupo del médico
están juntos guiados por la esposa del médico. Esperan que termine de amanecer.
Y van a la casa de la chica con gafas, que vivía con sus padres. Ella le dice
la dirección a la esposa del médico. Llegan y suben al segundo piso, tocan la
puerta y no atiende nadie. Bajan al primer piso. En la calle todos estaban
ciegos discutiendo. En una casa del primer piso tocan, abre una vecina, y está
ciega pero le preguntan por los padres de la chica de gafas. Dice se los llevaron
porque se quedaron ciegos. Ella todavía veía y se salvó porque se escondió en
el segundo piso, en un rincón. Logró entrar por la otra puerta. Les explica que
pueden entrar por la otra puerta, está con las llaves puestas. Le pregunta qué
ha comido ella para vivir. Ella les dice que ha comido conejos y gallinas que
criaban allí. Primero trataba de cocinarlos pero luego aprendió a comer carne
cruda y se acostumbró. El grupo le agradece y suben al segundo piso. Allí
descansan un rato, pero no hay comida, y deciden ir a casa del médico. Antes,
la esposa del médico, les dice puede ir al supermercado a buscar comida, debe
haber allá. Se va, y encuentra gente ciega peleando por la comida en los
pasillos, ella baja al almacén y encuentra comida, la mete en bolsas, encuentra
cajas de fósforos también, coge varias, Con dos bolsas de comida se va de allí
y la lleva a sus amigos. Luego se van a la casa del médico. Por las plazas
escuchan la gente ciega discutiendo sobre multitud de temas. Llegan a la casa
del médico, y la esposa les pide dejen sus zapatos para lavarlos en una bolsa,
entren sin zapatos. Se quiten la ropa, para lavarla. No hay luz ni agua en todo
el país. Les trae ropa de ella y su esposo. Se ponen ropa todos. Y se sientan
en la sala. En la noche llueve, y la esposa del médico sale al patio, pone
bateas para recolectar el agua de la lluvia. La chica de gafas y la esposa del
primer ciego se despiertan y van con ella al patio, allí, ella les dice que
deben desnudarse para bañarse con el agua de la lluvia, y además pueden lavar
la ropa y los zapatos. Lavan todo con agua de la lluvia. Se ponen ropa luego. Y
de día les dicen a los hombres se bañen. Comen la comida que tienen. La esposa
del médico dice irá al supermercado a traer más comida, pero el médico le dice
irá con ella. Van juntos caminando. Llegan al supermercado, bajan al sótano, y
huelen un olor a muertos. La esposa le
dice ve un montón de muertos en la escalera, seguro bajaron a coger comida pero
se cayeron y no pudieron escapar. Se pone a vomitar. No puede seguir allí. Su
esposo le dice tendrán que buscar en otro lugar. No les puedo seguir contando
para que no pierdan la emoción de leer esta magnífica novela. El final es
inesperado. Esta novela ha dado origen a la película “Ceguera”. El autor, José
Saramago, escribió su primera novela en 1947, tuvo críticas estimulantes, pero
no publicó sino hasta 1982, su legendaria novela “Memorial del convento”, con
ello llegó la celebridad y el reconocimiento internacional. Sus demás novelas
son puros bestsellers. Escribe bien interesante. Por eso ganó el Premio Nobel.
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