sábado, 9 de noviembre de 2019


La prisionera

He terminado de leer la novela titulada “La prisionera” del genial escritor Marcel Proust. Es el tomo 5 de su colección En busca del tiempo perdido. La novela narra cuando el personaje y Albertina llegan a un hotel de propiedad de los padres de él, en París. Allí tienen cuartos separados, pero se visitan y ven todos los días. Salen juntos, van de compras, pasean. El personaje ya se acostumbró a ella, la ve fea. Así dice. Y piensa que Albertina no será aceptada por su madre de él porque es pobre y no es noble. Siguen saliendo juntos pero a veces ella dice: “No me aceptarás por ser pobre”. Morel, el violinista empleado de la familia del personaje y amante del baron de Charlus, quería casarse con una sobrina del bodeguero Jupien. Pero Morel tenía problemas económicos y Bloch, a través de otro amigo, le presta 5000 francos. Antes, un pariente, le aconseja a Morel pida una “cita de negocios” para que le presten plata. A Charlie Morel le gusta ese término “cita de negocios”, pero es Bloch el que le presta el dinero. Albertina y el personaje tocaban el piano juntos y jugaban partidas de damas. Ella le leía en voz alta al personaje. Entablaban conversaciones, luego se besaban. Después empezaron a acostarse juntos. El la observaba dormir, cómo se despertaba, la conocía bien y estaba contento. Pero cuando dormían juntos, tenían cuidado que los criados no se enteraran. A ambos les gustaba salir de paseo. A Albertina le gustaba ir al aeródromo y ver los aviones elevarse, hablar con los mecánicos. A Albertina le gustaban los helados de frambuesa y de limón. El personaje le compraba trajes elegantes y le hablaba de comprarle un yate. El personaje era celoso y la celaba incluso de sus amigos a Albertina. La hacía vigilar por el cochero y por el ama de llaves Francisca, que fue la que atendió siempre a su abuela en vida. El personaje se entera que Morel está recibiendo clases de álgebra por las noches. Y una noche escucha que pasa caminando por la tienda de Jupien, a Morel gritándole y botándola a la sobrina de Jupien, le decía: “Te he dicho que te largues, so zorra, so zorra”. El personaje ve llegar a Jupien con un amigo, y el personaje se va por otro camino para no defender a Morel ni tener problemas. Una tarde, Albertina le muestra en su dedo meñique un anillo de rubíes que se ha comprado en un hotel, de alguien que lo perdió allí, y el dueño lo vendía. Con los ahorros del dinero que el personaje le daba a Albertina ella se pudo comprar dicho anillo. Era muy bonito. Al personaje le avisan, murió el escritor Bergotte de uremia. El personaje sale a la calle sin Albertina. Esta se queda porque dice tiene un mal peinado. El personaje piensa visitar a los Verdurin. En la calle encuentra a Morel llorando de penas de amor. Le da palabras de aliento. Luego encuentra a Brichot y camina conversando con él. Se entera de la muerte del señor Swann. El personaje se entera que madame de Surgis, que tenía dos hijos guapos, cuando estos visitaban al baron de Charlus, este les acariciaba la barbilla y ellos a él. Madame de Surgis se preocupó y empezó a decir que sus hijos no podían visitarlo por sus estudios, por preparativos para un viaje, etc. El personaje narra que el baron de Charlus abre una carta dirigida a Morel de parte de una actriz, Lea. En ella, Lea se refería a Morel como amiga. De la carta el baron entendió que Morel tenía amantes no solo hombres sino también mujeres y se molestó. Llegan a casa de los Verdurin y Saniette les avisa que ha muerto la princesa Sherbatoff. El señor Verdurin no lo cree, dice está grave. “No, ya murió” dice Sainette. Luego, la señora Verdurin dice escucharán el concierto del violinista Morel y de otros músicos. Empieza el concierto. Sale bien el concierto. Madame Verdurin quería fielmente a sus invitados. No le importaba que tuviesen amantes. En otro tiempo, cualquier risa fuerte entre Odette y Swann le arañaba el corazón, ahora le preocupaba los apartes entre Charlie Morel y el baron de Charlus. El baron de Charlus ve al general Deltour, secretario de la presidencia de la República y le recomienda a los músicos. Mientras tanto, Madame Verdurin habla con Brichot y le pide se lleve al baron de Charlus. Monsieur Verdurin se llevará a su dulcinea de Charlus, Morel. Le cuenta que ella sabe historias sucias del baron de Charlus. Un día morirá asesinado, como todos sus congéneres, le dice. Brichot llama al baron de Charlus y junto con el personaje comienzan a conversar. El baron cuenta que fue él quien le presentó a Carlos Swann a Odette. Ella también era amante suya y de una larga lista de hombres. Luego, se ponen a hablar de homosexuales. El baron de Charlus cuenta historias de cocheros que iban al puerto a levantar marineros, para dar una vuelta en barco y para “otra cosa”. Entonces Brichot le dice al baron de Charlus que si el Consejo de Facultades propone crear una cátedra de homosexualidad, la propondrá a él en primer lugar como docente. O tal vez un instituto de psicología especial. El señor Verdurin habla con Morel y éste quiere preguntarle algo a madame Verdurin. Se acercan donde ella, y ella le dice a Morel: “Usted es la comidilla del Conservatorio. No debe aceptar esa promiscuidad con un hombre tan mal afamado. Sin Charlus usted podría ganar más de cien mil francos al año, por su talento”. “Se lo agradezco mucho”, le dijo Morel con lágrimas en los ojos. Luego, Morel, se dirigió al baron de Charlus y le dijo: “Déjeme, le prohíbo acercarse a mí”, le gritó. “Esto no de ser para usted un ensayo, no soy el primero que intenta pervertir”. El baron le contestó: “¿Qué quiere decir esto? ¿Qué pasa?”. En eso, regresó la reina de Nápoles para recoger su abanico olvidado únicamente. Se apoyó en el brazo del baron de Charlus y se retiró de nuevo. Cuando se fueron  todos los invitados, los Verdurin hablaron. Monsieur Verdurin le cuenta a su esposa que el médico Cottard ha jugado en la Bolsa y tiene un millón en deudas. Le dio un ataque, pero no ha muerto. Conversa que le pueden dar ayuda económica pagándole el alquiler de su casa por un tiempo. Lo que no querían es que los demás se enterasen. Unos años después Cottard le contó al personaje de la ayuda económica de los Verdurin, precisamente en el entierro de Sainette. El personaje se regresó a su casa con carruaje y lo llevó a Brichot. Se bajó en su casa y le dio al cochero la dirección de Brichot. Desde la acera veía la ventana del cuarto de Albertina, iluminado por la electricidad. Se veían los barrotes también. Al regresar a su casa, el personaje le cuenta a Albertina que visitó la casa de los Verdurin. Ella le cuenta que no vivió con madame Vinteuil, sino que era amiga de una amiga de su hija, y le mintió a él para tratar de impresionarlo y hacerle creer que frecuentaba gente importante. El personaje le propone se separen a partir de mañana. En el tiempo sucesivo, el baron de Charlus enfermó y se quedó en su casa, no salía. Pedía a un amigo que le llevaba a Morel. El baron de Charlus se comunicó por cartas con madame Verdurin y otras personas, por cartas exclusivamente, hubieron muchas cartas. Pero, volviendo a esta noche, el personaje y Albertina planean separarse, porque él lo quiere. El personaje piensa ahora su prisionera gozará de libertad. Quiere estar seguro si lo quiere. Ella le dice que será desgraciada si se va. Deciden quedarse juntos, y se ponen contentos. Ella le pide la busque en su cuarto en tres minutos, pero al entrar él la ve durmiendo profundamente. Era tarde en la noche. A la mañana siguiente pide a sus criados no la despierten a ella, la dejen dormir hasta tarde. En el tiempo sucesivo, salen juntos el personaje y Albertina, viven varias experiencias juntos. Son muy felices. Un día, en la mañana temprano, Albertina saca sus baúles y se va, dejándole una carta para el personaje. Francisca se la entrega al personaje que se levanta más tarde y le cuenta Albertina se ha ido. Allí se queda la historia por ahora.



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