La prisionera
He terminado de leer
la novela titulada “La prisionera” del genial escritor Marcel Proust. Es el
tomo 5 de su colección En busca del tiempo perdido. La novela narra cuando el
personaje y Albertina llegan a un hotel de propiedad de los padres de él, en París.
Allí tienen cuartos separados, pero se visitan y ven todos los días. Salen
juntos, van de compras, pasean. El personaje ya se acostumbró a ella, la ve
fea. Así dice. Y piensa que Albertina no será aceptada por su madre de él
porque es pobre y no es noble. Siguen saliendo juntos pero a veces ella dice:
“No me aceptarás por ser pobre”. Morel, el violinista empleado de la familia
del personaje y amante del baron de Charlus, quería casarse con una sobrina del
bodeguero Jupien. Pero Morel tenía problemas económicos y Bloch, a través de
otro amigo, le presta 5000 francos. Antes, un pariente, le aconseja a Morel
pida una “cita de negocios” para que le presten plata. A Charlie Morel le gusta
ese término “cita de negocios”, pero es Bloch el que le presta el dinero.
Albertina y el personaje tocaban el piano juntos y jugaban partidas de damas.
Ella le leía en voz alta al personaje. Entablaban conversaciones, luego se
besaban. Después empezaron a acostarse juntos. El la observaba dormir, cómo se
despertaba, la conocía bien y estaba contento. Pero cuando dormían juntos,
tenían cuidado que los criados no se enteraran. A ambos les gustaba salir de
paseo. A Albertina le gustaba ir al aeródromo y ver los aviones elevarse,
hablar con los mecánicos. A Albertina le gustaban los helados de frambuesa y de
limón. El personaje le compraba trajes elegantes y le hablaba de comprarle un
yate. El personaje era celoso y la celaba incluso de sus amigos a Albertina. La
hacía vigilar por el cochero y por el ama de llaves Francisca, que fue la que
atendió siempre a su abuela en vida. El personaje se entera que Morel está
recibiendo clases de álgebra por las noches. Y una noche escucha que pasa
caminando por la tienda de Jupien, a Morel gritándole y botándola a la sobrina
de Jupien, le decía: “Te he dicho que te largues, so zorra, so zorra”. El
personaje ve llegar a Jupien con un amigo, y el personaje se va por otro camino
para no defender a Morel ni tener problemas. Una tarde, Albertina le muestra en
su dedo meñique un anillo de rubíes que se ha comprado en un hotel, de alguien
que lo perdió allí, y el dueño lo vendía. Con los ahorros del dinero que el
personaje le daba a Albertina ella se pudo comprar dicho anillo. Era muy
bonito. Al personaje le avisan, murió el escritor Bergotte de uremia. El
personaje sale a la calle sin Albertina. Esta se queda porque dice tiene un mal
peinado. El personaje piensa visitar a los Verdurin. En la calle encuentra a
Morel llorando de penas de amor. Le da palabras de aliento. Luego encuentra a
Brichot y camina conversando con él. Se entera de la muerte del señor Swann. El
personaje se entera que madame de Surgis, que tenía dos hijos guapos, cuando
estos visitaban al baron de Charlus, este les acariciaba la barbilla y ellos a
él. Madame de Surgis se preocupó y empezó a decir que sus hijos no podían
visitarlo por sus estudios, por preparativos para un viaje, etc. El personaje
narra que el baron de Charlus abre una carta dirigida a Morel de parte de una
actriz, Lea. En ella, Lea se refería a Morel como amiga. De la carta el baron
entendió que Morel tenía amantes no solo hombres sino también mujeres y se
molestó. Llegan a casa de los Verdurin y Saniette les avisa que ha muerto la
princesa Sherbatoff. El señor Verdurin no lo cree, dice está grave. “No, ya
murió” dice Sainette. Luego, la señora Verdurin dice escucharán el concierto
del violinista Morel y de otros músicos. Empieza el concierto. Sale bien el
concierto. Madame Verdurin quería fielmente a sus invitados. No le importaba
que tuviesen amantes. En otro tiempo, cualquier risa fuerte entre Odette y
Swann le arañaba el corazón, ahora le preocupaba los apartes entre Charlie
Morel y el baron de Charlus. El baron de Charlus ve al general Deltour,
secretario de la presidencia de la República y le recomienda a los músicos.
Mientras tanto, Madame Verdurin habla con Brichot y le pide se lleve al baron
de Charlus. Monsieur Verdurin se llevará a su dulcinea de Charlus, Morel. Le
cuenta que ella sabe historias sucias del baron de Charlus. Un día morirá
asesinado, como todos sus congéneres, le dice. Brichot llama al baron de
Charlus y junto con el personaje comienzan a conversar. El baron cuenta que fue
él quien le presentó a Carlos Swann a Odette. Ella también era amante suya y de
una larga lista de hombres. Luego, se ponen a hablar de homosexuales. El baron
de Charlus cuenta historias de cocheros que iban al puerto a levantar
marineros, para dar una vuelta en barco y para “otra cosa”. Entonces Brichot le
dice al baron de Charlus que si el Consejo de Facultades propone crear una cátedra
de homosexualidad, la propondrá a él en primer lugar como docente. O tal vez un
instituto de psicología especial. El señor Verdurin habla con Morel y éste
quiere preguntarle algo a madame Verdurin. Se acercan donde ella, y ella le
dice a Morel: “Usted es la comidilla del Conservatorio. No debe aceptar esa
promiscuidad con un hombre tan mal afamado. Sin Charlus usted podría ganar más
de cien mil francos al año, por su talento”. “Se lo agradezco mucho”, le dijo
Morel con lágrimas en los ojos. Luego, Morel, se dirigió al baron de Charlus y
le dijo: “Déjeme, le prohíbo acercarse a mí”, le gritó. “Esto no de ser para
usted un ensayo, no soy el primero que intenta pervertir”. El baron le
contestó: “¿Qué quiere decir esto? ¿Qué pasa?”. En eso, regresó la reina de
Nápoles para recoger su abanico olvidado únicamente. Se apoyó en el brazo del
baron de Charlus y se retiró de nuevo. Cuando se fueron todos los invitados, los Verdurin hablaron.
Monsieur Verdurin le cuenta a su esposa que el médico Cottard ha jugado en la
Bolsa y tiene un millón en deudas. Le dio un ataque, pero no ha muerto.
Conversa que le pueden dar ayuda económica pagándole el alquiler de su casa por
un tiempo. Lo que no querían es que los demás se enterasen. Unos años después
Cottard le contó al personaje de la ayuda económica de los Verdurin,
precisamente en el entierro de Sainette. El personaje se regresó a su casa con
carruaje y lo llevó a Brichot. Se bajó en su casa y le dio al cochero la
dirección de Brichot. Desde la acera veía la ventana del cuarto de Albertina,
iluminado por la electricidad. Se veían los barrotes también. Al regresar a su
casa, el personaje le cuenta a Albertina que visitó la casa de los Verdurin.
Ella le cuenta que no vivió con madame Vinteuil, sino que era amiga de una amiga
de su hija, y le mintió a él para tratar de impresionarlo y hacerle creer que
frecuentaba gente importante. El personaje le propone se separen a partir de
mañana. En el tiempo sucesivo, el baron de Charlus enfermó y se quedó en su
casa, no salía. Pedía a un amigo que le llevaba a Morel. El baron de Charlus se
comunicó por cartas con madame Verdurin y otras personas, por cartas
exclusivamente, hubieron muchas cartas. Pero, volviendo a esta noche, el
personaje y Albertina planean separarse, porque él lo quiere. El personaje
piensa ahora su prisionera gozará de libertad. Quiere estar seguro si lo
quiere. Ella le dice que será desgraciada si se va. Deciden quedarse juntos, y
se ponen contentos. Ella le pide la busque en su cuarto en tres minutos, pero
al entrar él la ve durmiendo profundamente. Era tarde en la noche. A la mañana
siguiente pide a sus criados no la despierten a ella, la dejen dormir hasta
tarde. En el tiempo sucesivo, salen juntos el personaje y Albertina, viven
varias experiencias juntos. Son muy felices. Un día, en la mañana temprano,
Albertina saca sus baúles y se va, dejándole una carta para el personaje.
Francisca se la entrega al personaje que se levanta más tarde y le cuenta
Albertina se ha ido. Allí se queda la historia por ahora.
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