El asesinato de Pitágoras
He terminado de leer la interesante novela titulada “El asesinato de Pitágoras” del escritor, Marcos Chicot. La novela empieza narrando una reunión de Pitágoras con sus seis posibles sucesores en la Matemática y como Jefes de la Hermandad que había creado en Crotonia. Pitágoras va analizando a cada uno de sus discípulos. Luego, levantan sus copas y beben. Su discípulo Cleoménides se muere, al parecer envenenado. Pitágoras manda trae a Akenón, un joven policía egipcio al que conocía desde que era jovencito, y conocía a su padre también. Akenón había aprendido varios temas de geometría, pero luego que murió su padre, se dedicó a ser policía. Pitágoras confiaba en él. Le encarga averiguar sobre la muerte de Cleoménides, y Akenón descubre que lo han envenenado con mandrágora blanca. Toman diversas medidas de seguridad para evitar que entren extranjeros a Crotonia. Akenón había estado resolviendo un misterio de la ciudad de Síbaris, donde reinaba Glauco, un millonario que tenia su amante un jovencito del que sospechaba que lo engañaba con otro. Así que Glauco, siguiendo las indicaciones de Akenón, le hace un masaje a Yaco, su amante. En todo el cuerpo y es con aceite mezclado con una sustancia que es inodora pero que Akenón le ha advertido que cuando se descompone huele fuerte. Luego, más tarde, Akenón manda traer a sus siervos y esclavos y va oliendo a cada uno, huele el olor de Yaco y lo compara con el olor de los demás, hasta que encuentra uno con el mismo olor de Yaco. Descubre que éste es la pareja sexual de Yaco. Así que le ordena a su esclavo Bóreas, un gigante grueso y robusto que lo mate. Este le destroza la cabeza con sus manos al siervo. Luego, Glauco ordena a Bóreas que le queme las mejillas con fierro ardiente a Yaco y lo envíe a trabajar como remero de un barco. Bóreas se lo lleva a otro lugar y prepara fierros ardientes para quemarle la cara, le quema la cara, y luego lo viola por detrás a Yaco que está desnudo. Lo deja sangrando. Pero un esclavo ve todo y le cuenta a Glauco. Glauco le ordena llevarlo a Bóreas a un barco para que lo envíen como remero. Y así obedece Bóreas. Bóreas no tenía lengua. De pequeño, le cortaron la lengua para que no delatara el lugar de las riquezas de sus amos, y es muy fuerte. Es grueso de cuerpo y anda sin zapatos, tiene el cuero duro. Tiene una fuerza increíble. Glaucó le pagó a Akenón y éste se fue a Crotonia, con gente enviada por Pitágoras, en caballos, y Akenón encuentra una hermosa señorita entre ellos. Es la hija de Pitágoras, Ariadna. Tiene un cabello castaño y un rostro muy hermoso, además de muy buen cuerpo. Ella también sabe de Matemáticas, aunque no es gran maestra. Luego de unos días muere Daaruk, también envenenado por Mandrágora blanca, pero su siervo personal dice que lo incinerará de acuerdo a una costumbre de su pueblo de origen. Lo lleva a un río, hay una embarcación pequeña, allí coloca el cuerpo de Daaruk, y prende fuego a la embarcación. Pitágoras ordena a Akenón y a Ariadna que vayan a vigilar al siervo Atma que realiza esa operación. Este le prende fuego a la embarcación y deja que se lo lleve el río. Ya es de noche. Akenón y Ariadna regresan a sus casas. Al día siguiente, Akenón regresa al lugar. Ve la construcción de madera quemada, y quiere ver el cuerpo pero hay huellas de cenizas y algo de ropa, quemado, encuentra el anillo de Daaruk, con el signo del Pentáculo, de los pitagóricos de la comunidad de Crotonia. Lo coge dicho anillo. Encuentra algunos huesos y se los envía a los hombres de Pitágoras para que los lleven a enterrar. El se va a buscar a Atma para saber qué hace, porque les ha parecido muy sospechosa su actitud. Descubre adonde ha ido Atma, y va él también, y es un lugar donde guardaban sus riquezas los de Crotonia y el señor de allí le cuenta que Atma le entregó un pergamino con el sello del Pentáculo, donde Daaruk le dejaba todos sus bienes a Atma, en caso de muerte. Así que el señor le da varios sacos de oro que Atma carga en su caballo, y luego se va rápido. Akenón y Ariadna llegan al lugar, porque Ariadna lo había ido a buscar a Akenón. Y hablan con el señor que les explica que Atma se ha llevado el oro. Lo persiguen pero no logran alcanzar a Atma. Llegan a la posada, la única que hay en el camino. Pero antes Atma ha llegado allí y se encuentra con un encapuchado que tiene una máscara, y que recibe el oro. Este lo felicita a Atma. Le hace masajes en la espalda y en el cuello, y lo mata, lo deja sin respiración y sin circulación de la sangre. Llegan a la posada en ese momento Akenón y Ariadna. Preguntan a la posadera, y el encapuchado se escapa en el caballo con el oro. Akenón lo persigue pero lo pierde. Damo, la otra hija de Pitágoras, está casada con Milón, el Jefe del Ejército de Crotonia, que es totalmente leal a Pitágoras. Milón es atleta que participa en las Olimpiadas de Crotonia y es muy famoso y muy fuerte. Glauco, en Síbaris, ha avisado que dará un premio al que resuelva el problema matemático de los cuatro decimales de la circunferencia y de su radio. Se refería al número pi, pero en ese tiempo no se conocía. Ha ofrecido diez veces su peso de él en oro. El pesa como 150 kilos, lo que quiere decir que pagaría 1500 kilos de oro al ganador, y hay varios interesados. Pero en la Comunidad de Pitagóricos de Crotonia, Pitágoras les tiene prohibido hacer públicos sus descubrimientos porque son la fuente del poder que tienen ellos. Para ser grandes maestros hacen juramento de no contar lo que saben. Parte de los soldados van a una taberna y encuentran un marino que dice que hay alguien que ha resuelto el problema del premio de Glauco, y que le ha entregado 150 daricos de oro a un matemático de Pitágoras, para que le enseñe los secretos. Los soldados no saben matemáticas. Pero en esos días, Pitágoras había viajado a otro lugar. Van a la comunidad de Crotonia y revisan la habitación de Orestes, y no encuentran oro, pero buscan debajo de su cama y encuentran que alguien ha excavado bajo la tierra. Allí encuentran los 150 daricos de oro. Así que lo apresan los soldados a Orestes y lo acusan de haber cometido los asesinatos, de haber recibido oro de alguien por contar los secretos de Pitágoras. Lo llevan a la pila de agua pública y lo ahogan allí. Muere. Cuando regresa Pitágoras y Milón, descubren todo, y resulta que Orestes era inocente. El marinero era alguien contratado por el encapuchado para matara los seguidores de Pitágoras. Milón manda arrestar a los soldados que mataron a Orestes. Ariadna Y Akenón se empiezan a enamorar. Tienen sexo. Y ella queda embarazada, pero no le dice nada a Akenón. El encapuchado resuelve el problema de Glauco y se lleva el premio de los 1500 kilos de oro y pide además al esclavo Bóreas como parte de pago. Glauco es visitado por Evandro, otro pitagórico, y por Ariadna y Akenón. Les cuenta que ha sido un encapuchado el que ha descubierto los secretos. Le ha pagado y le ha dado a Bóreas porque le exigió el encapuchado que lo quería como esclavo. El encapuchado soborna gente en Síbaris para que se quejen de los ricos y haya rebelión popular. Se declara la guerra entre Síbaris y Crotonia. Crotonia contaba con un ejército mientras Síbaris solo tenía campesinos y ricos. Pero en Síbaris, los campesinos les roban los caballos a los ricos. Los ricos de Síbaris huyen a Crotonia. Y Milón dirige el ejército de Crotonia contra los de Síbaris. Los de Síbaris son casi el triple que los de Crotonia y tienen caballos más grandes, pero Milón sabía que los caballos de Síbaris de los ricos eran entrenados desde pequeños para bailar con la música. En el momento que van a pelear, los crotonianos hacen sonar trompetas y hacen escuchar música a los caballos de Síbaris, y los soldados se ponen a bailar de costado, y no avanzan, los crotonianos les ganan la guerra. Llega un pergamino a las manos de otro discípulo de Pitágoras cuando éste no está presente. Le envían un mensaje de algo avanzado de matemáticas, los números irracionales. Es el nuevo descubrimiento del encapuchado. Todos sospechan que tiene que ser alguien cercano a Pitágoras. El matemático discípulo se suicida y prende fuego a su habitación, pero el pergamino no se quema porque lo habían rociado con una sustancia especial que no permitía que se quemara. Cuando llega Pitágoras ve a su discípulo muerto quemado, y el pergamino. Lo lee y se asusta. Akenón razona y sospecha algo. Se va en su caballo saliendo de Crotonia hacia un lugar. Bueno, no les puedo contar nada más. El final es inesperado. Sigan leyendo porque es muy interesante todo lo que sigue. Cómprense el libro y léanlo.
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