viernes, 13 de octubre de 2017


Una casa con goteras

He terminado de leer esta novela “Una casa con goteras” del escritor Santiago Lorén. Esta novela fue ganadora del Premio Planeta 1953. La historia trata de Sebastián Viladegut, un hombre mujeriego y alegre. Trabajaba como empleado de pompas fúnebres, en una agencia funeraria. Pero ejercía diversos oficios de vendedor también. Una vez Sebastián enamoró a una chica Faly. Ella hacía creer a su hermana y a su mamá que trabajaba como partera. Contrató a un chico que conocía, que vino a su casa diciendo su esposa iba a dar a luz, venía por la partera. Faly se fue con él. Luego le pagó dos duros. Y se fue a encontrar con Sebastián en la noche a un hotel. Se hizo pasar por esposa de él. Luego la llevó a las diez de la noche a un restaurante de lujo. Allí Sebastián se dirigió a un mozo y le dijo: Vamos, Pepe. Pero, ¿es que no nos sientas? Luego dirigiéndose a Faly le dijo: Aquí donde lo ves, Pepe es un pillín. Una noche lo  vi a las tres de la mañana agarrando una botella y a una morena. Debe usted estar confundido, dijo el mozo. Faly le dijo a Sebastián: Debes de tener mucha confianza con ese Pepe. Y este le contestó: ¿Yo? Ni siquiera lo conozco. Ahora observa. Están todos los carboneros que venden al por mayor, el jefe de los Seguros “El Bello Porvenir”, o algo semejante, que ha convidado a cenar a un pez gordo para sacarle un seguro de vida, aunque sabe que estafa a la compañía porque está enfermo del corazón y se morirá el año que viene; tres matrimonios del ramo de tejidos, que todos los sábados se cenan aquí parte del productos de unos escándalos amañados; el joven Antúnez, con las menos jóvenes hermanas Antúnez, que llevan luto reciente por su pobre tía Dominica, a la que han matado a disgustos para heredarla y poder presumir aquí; don Miguel, ese que es algo gordo en el Ayuntamiento y que nadie sabe de dónde saca el dinero que gasta con su mujer y su hija. Entonces Faly le dice: Veo que conoces a mucha gente. Y él contesta: No. A nadie. Es la primera vez que vengo aquí. Pero si te fijaras bien, comprenderías que no puede ser más que como te lo he dicho. Lo llevan en la cara. Luego Sebastián le dijo en voz alta: ¿Te pelo una gama vidita? Le dio una gamba pelada con sus dedos y ella le dio un besito en los dedos. Luego Sebastián se acercó a otra mesa y dijo: Ustedes dispensen. ¿Podrían prestarme esa olivita? Es que ella necesita algo en la boca porque tiene salivitas. Está de dos meses y mientras viene el camarero. Una señora les dijo: Hace poco que se han casado ustedes, ¿verdad? No. Si no estamos casados. Pero es igual, para eso de las salivitas es igual. Los invitaron a retirarse a otra sala del restaurante. Y Sebastián añadió: Ah, Pepe. Perdona, Pepe. Ya le hemos dicho al amo que no te despache. También le he dicho que el lío aquel de la planchadora son cosas de la juventud y que tienes reconocidos a los chicos. Aún deben quedar dos gambas en la mesa. Para ti. Y luego se fueron ambos. Se fueron a otro hotel y pasaron la noche allí. Luego, Sebastián Viladegut viajaba en el tren. Y veía una ventana con una chica bien bonita, rubia y de pechos grandes en dicha ventana. Aprovecha una parada, y saca una tuerca del sistema de calefacción del tren. Finge que se quema con el vapor caliente, y va hacia donde está la chica bonita para que le cure la quemadura. Se llamaba Isabel. Pero descubre que es coja, le falta una pierna. Está en silla de ruedas. Era la hija del jefe de estaciones del tren. Era muy bonita. Se enamora de ella, y se casan luego de un tiempo. Sebastián tenía que viajar mucho por tren. Isabel queda embarazada. Pero cuando va a dar a luz se complica el parto y se rompe su matriz. Ella muere y la criatura también. Sebastián queda viudo. Luego el autor empieza a narrar la historia de Fortunato Canales, un hombre pobre, el tonto de Soria. El era vendedor ambulante, ganaba poco. Tenía unas fotos de mujeres desnudas que había conseguido, las mostraba a algunos amigos. Se roba una máquina fotográfica Leica. Dice se la ha enviado su hermana que vive en Barcelona. Viaja por varios pueblos buscando fortuna. Llega a Barcelona a la dirección de su hermana pero solo encuentra una mujer desconocida, que parece prostituta. También aparece la historia de Francisco de Paula Escalona y Villavicencio. Es un notario que viaja a Barcelona buscando a su empleada que se había marchado de trabajar en su casa. El vivía con su mamá. La empleada se llamaba Celeste. La busca y no la encuentra. Sebastián Viladegut, Francisco de Paula Escalona y Villavicencio, y Fortunato Canales se hospedan en el mismo hotel. Es un hotel con goteras. Llega a dicho hotel una mujer bonita llamada Monna. Los tres se enamoran un poco de ella. El Sr. Crusellas, el dueño del hotel, los hospeda con amabilidad. Un día sí y un día no la viene a buscar a Monna un hombre que tiene un carro gris. Los tres personajes hacen amistad con Monna. Fortunato le dibuja cuadros a Monna, de su rostro, trata de retratarla bien. El notario quiere casarse con ella. Sebastián la enamora un poco pero observan los tres que cuando ella se baña en la tina, hay goteras en el techo de ellos, y cae agua. Se forma una humedad en las paredes y techos de sus cuartos de ellos. Los tres la empiezan a enamorar a Monna. Pero se quejan con el Sr. Crusellas por las goteras y la humedad de las paredes. El  les promete mandar hacer arreglos, pero en eso llegan turistas franceses y se llena el hotel. Los tres se disculpan con Monna y le dicen se puede seguir bañando con la tina, no se preocupe por la humedad. Almuerzan con ella, van a la playa, y la empiezan a conocer más. No les puedo contar más para que no pierdan la emoción de leer la novela. Cómprensela y leánla. El final es inesperado totalmente.
 

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